Paseando por Cardenal Rossell, arteria principal de Ciutat Jardí, a la altura del número 34, un colorido comercio establece la frontera entre la aplastante realidad y el mundo esotérico. Nuestro olfato será el primero en percibir esa línea invisible, gracias al aroma que desprende el incienso a sus puertas, acompañado de una música relajante que invita a adentrarse. Afro-American Shop es un vergel de paz regentado por Kelvin Iria, un risueño nigeriano de 44 años establecido en Palma.
Fan incondicional del RCD Mallorca y amante de la naturaleza, Kelvin nos brinda sus consejos: qué hacer para ejecutar el ritual de turno o con qué objeto atraer la buena fortuna, todo ello acompañado de cantidad de remedios y artilugios encaminados al bienestar personal. Aceites, amuletos, colonias, velas, talismanes, piedras energéticas, incienso y mil y un productos más lucen en sus estanterías.
Un bazar chino es un espacio minimalista comparado con este comercio donde, además, encontramos bisutería étnica de todos los colores y materiales para atraer o ahuyentar los poderes mágicos. Sí, ahuyentar también, y es que uno de los servicios más demandados es el de ahuyentar el mal de ojo, así como la sanación espiritual y la eliminación de la ansiedad y depresión, campos en los que Kelvin se especializó a muy tierna edad, «me lo transmitieron mis padres y enseguida me dí cuenta de que se me daba bien», afirma.
Curandera
Lleva 13 años en la Isla, antes vivió en Austria, allí también puso en práctica su vena curandera para aliviar a sus afligidos clientes. «Me gusta tratar a la gente con depresión y ansiedad, ayudarles a que dejen las pastillas y puedan llevar una vida mejor». Asegura Kelvin que después de unas pocas sesiones de depuración «los clientes lo notan, me dicen que se sienten mejor».
El tratamiento es sencillo: «Primero me cuentan su problema y yo les explico cómo les voy a tratar con las manos. Toco los puntos donde sienten presión para aliviar su malestar». Suelen realizarse un mínimo de tres sesiones «de unos treinta minutos de media». A su vez, Kelvin recomienda una serie de productos que «complementan el tratamiento, como pueden ser velas, aceites e incienso».
Asegura tener una clientela de lo más variopinta, gente de diferentes nacionalidades, «españoles, latinoamericanos y africanos de todas las edades» cruzan su umbral.
En Mallorca asegura haber encontrado su hogar. «Mi mujer y yo somos muy felices y hemos hecho muchos amigos», señala. Su integración es tal que le enorgullece contribuir al tejido económico local, «me alegra ser parte activa en la economía de esta zona», zanja.