El Día de la Madre se celebra en prácticamente todo el mundo, aunque en diferentes fechas. En España se reserva el primer domingo de mayo. A modo de homenaje a todas esas madres que de una u otra forma sirven de inspiración a sus hijos e hijas, en el ámbito del desarrollo personal, pero a veces también en el profesional, este reportaje recoge testimonios de ese binomio madre-hijo.
Margarita Riera es la madre de Pau y Neus Llull, dos de sus tres hijos que siguen sus pasos al frente del negocio familiar, la pastelería Forn Fondo de Palma. Tras casarse, hace ahora 49 años, con Jaime Llull, Margarita comenzó a trabajar en el horno que abrió el abuelo de su marido. «Yo estaba más detrás del mostrador, atendiendo a los clientes, pero también me podías pillar con las manos en la masa».
Sus hijos se han criado en un ambiente de trabajo y familia, valores que destaca Pau, el mayor, quien junto a su hermana pequeña, Neus, llevan las riendas del negocio. El Día de la Madre es, al igual que otros festivos, una jornada de mucho trabajo para ellos.
«Lo celebramos con nuestros clientes, quienes vienen a por pasteles para compartirlos con sus madres o hijos», señalan. Margarita se muestra muy orgullosa de sus hijos, «son súper sacrificados y trabajadores».
El mundo de la abogacía es la profesión que comparten Cata Pou Mateu y Marta Arquero, madre e hija. La letrada Cata Pou advirtió cómo su hija, desde pequeñita, tenía claro que quería ser abogada. Su hijo, Miguel Oliver, por el contrario, se dedica al marketing y telecomunicaciones. «El Día de la Madre lo celebramos en cualquier momento del año. Aprovechamos para darnos un homenaje y pasar el día juntas», comenta Cata, que en unos días se convertirá en feliz abuela. «Marta espera dar a luz esta próxima semana y quién sabe si tendremos la tercera generación de abogados». Entre los consejos, tanto personales como profesionales, que Cata ha transmitido a su hija destaca «trabajar con profesionalidad, mucho estudio que propicia una defensa sólida en los tribunales, trato amable y empático con los clientes, y por encima de todo, respeto al compañero».
Dos mujeres de altura, Sara Morro López y Noa Djiu Morro, madre e hija, destacan en el mundo del baloncesto. En la última temporada, han podido jugar juntas en el mismo equipo de la liga femenina 2, a nivel nacional. «Ha sido duro, por cuestión de físico, pero muy bonito compartir pista con ella. Noa es muy competitiva y le gusta más hacerme tapones en los entrenos que dedicarme canastas». Noa, quien podría debutar en la selección española, luce en su camiseta el mismo número y el apellido de su madre.
El periodismo y la gastronomía unen a Lydia E. Corral y su hija, Lydia E. Larrey, quienes a su vez siguen los pasos de su madre y abuela, Caty Juan del Corral, fallecida en 2014, que destacó como escritora, pintora, periodista y gastrónoma. Y las tres vinculadas a Ultima Hora. Lydia E. Corral, que de pequeña quería ser cirujana, se volcó en las letras y entró profesionalmente en el mundo del periodismo, centrándose en la gastronomía, su verdadera pasión desde niña. «De mi madre he heredado el arte en todas sus facetas». Entre los consejos que Lydia guarda de su madre, Caty Juan del Corral, «la honestidad encabeza una larga lista». Por su parte, Lydia Larrey destaca de su madre «la capacidad que ha tenido de superar las muchas piedras que han salido en su camino, así como su discreción y honestidad». Madre e hija celebraron ayer la festividad a manteles con «una buena gamba roja mallorquina y una crema tibia de chocolate negro, cardamomo y guindilla».
El baile envuelve a la familia Mandon-Rey. Sandra Rey, propietaria y profesora de la academia de baile Top Dance, contempla con satisfacción cómo sus dos hijos, Álex y Ainhoa, siguen sus pasos y triunfan en las pistas de baile y los escenarios. «Mi consejo es que en la vida lo hagan todo con pasión y sean felices. Y sobre los escenarios, que sean ellos mismos y transmitan lo que sienten». Sandra comenta que «el Día de la Madre nos reunimos para comer toda la familia».
Con 18 años de edad, María Antonia Torrejón abrió, en la Plaça de Cort, de Palma, su primer local de alta peluquería. Una profesión que eligieron dos de sus tres hijos, Francisco Javier y José Antonio, cada uno con su propio local. «Es una bendición trabajar en lo que a uno le gusta», asegura María Antonia, quien siempre ha aconsejado a sus hijos, «trabajar con entusiasmo y ser buen profesional».
Antonia Cantallops, del emblemático celler Can Amer, de Inca, ubicado ahora en Lloseta, ve con orgullo cómo sus hijos, Tomeu y Joan Torrens, siguen los pasos de ella y de su marido, ya fallecido, en el mundo de la restauración. Tomeu lleva el establecimiento de Lloseta, mientras que Joan trabaja en una cadena de restauración en Suecia. A sus 84 años de edad, Antonia está muy orgullosa de la trayectoria profesional que han seguido sus hijos. «Es una mujer que siempre ha defendido la cocina mediterránea o de recursos y de ella todos hemos aprendido mucho. Como madre es única y la adoro», confiesa Tomeu.