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La peripecia del ‘Fangturm'

El ‘Fangturm’, el buque alemán retenido en Palma en la Gran Guerra.

| Palma |

A finales del siglo XIX, contra pronóstico, los germanos habían superado en producción industrial a Inglaterra, a la que ya disputaban claramente el comercio mundial. En tal contexto llegó la Primera Guerra Mundial y la friolera de 69 buques alemanes y 32 austriacos que sumaban 300.329 toneladas fueron anclados en puertos españoles, fuera del alcance de la potente Royal Navy. Dos de estos vapores se amarraron en Baleares. El más grande, el Fangturm, capaz de mover más de 5.000 toneladas, se quedó fondeado en Palma, y el vapor Mathilde, de 1.259, en Mahón.

El Fangturn era propiedad de la compañía Hansa que disponía de 50 barcos. Llevaba cuando atracó en Palma en 1914 bencina, petróleo y aceites comprados en EE UU y que iban a la India por el canal de Suez. Fue amarrado en el puerto y se desmontó su telegrafía sin hilos al ser España neutral.

La tripulación del vapor alemán estaba formada por 20 alemanes y 20 hindúes. Estos últimos, en septiembre de 1914, se amotinaron porque no les daban las raciones de comida acordadas en el contrato y por maltratos. El capitán llamó mediante el sistema de banderas a las autoridades portuarias, que enviaron soldados y carabineros. Los 20 hindúes fueron apartados del barco, llevados a la Comandancia de Marina con la venia del cónsul inglés, dado que eran súbditos del Imperio británico. Todos fueron encarcelados y enviados a la Península.

Entretanto, y en 1915, el Fangturm albergó, por deseo de su capitán, Grisius, a seis náufragos alemanes en aguas de Ibiza que trataban de llegar a su patria para alistarse. Más adelante llegaron dos mercantes ingleses para recoger su carga, pero no tenían los papeles en regla y fueron multados por las autoridades mallorquinas. Finalmente parte de la carga se desembarcó de una forma muy chapucera, derramándose parte del petróleo y produciéndose una pestífera marea negra más una plaga de mosquitos.

En ‘Foch i Fum'

El 28 de junio de 1919 llegó un remolcador francés y se llevó a Marsella, como compensación de guerra, a aquel vapor alemán. La revista satírica Foch i Fum le dedicó estos versos: «Oh, negre ‘Fangturm' adiós!»/ ¡Adiós, vapor alemán, qu'es dia de Sant Juan t'en enares tot penós! / ¡Ja eres nostro! / Eres hermós peró s'ha acabat sa guerra».

Sobre estas peripecias de ‘nuestro' Fangturm, Filipe D'Orey Marchand publicó hace cinco años un libro en portugués, en la colección Viagens na Ficçao. El escritor entrecruza la realidad y la ficción de la época. Aparecen personajes como el archiduque Luis Salvador, Juan March o Gertrude Stein envueltos en historias de espionaje y contrabando.

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