La de este sábado fue una noche de Halloween atípica, como todo lo que viene sucediendo desde marzo a causa de la pandemia. Las restricciones de seguridad sanitaria prohíben las fiestas, las reuniones de más de seis personas y la movilidad más allá de las doce de la noche, pero semejantes limitaciones no frenaron la ilusión ni la inventiva de quienes decidieron celebrar Halloween en casa, o con paseos vespertinos con límite en la medianoche.
Las ‘catrinas’ y las calaveras al más puro estilo mexicano dominaron en la jornada, una manera de ver la fiesta más cómo un ritual en torno a la muerte que como una noche de terror. De esta manera los disfraces más generalizados ganaron en color frente a los zombis, ‘asesinos en serie’ y otros personajes terroríficos más frecuentes en años pasados.
Y eso se explica sobre todo en que este año Halloween ha sido más familiar, con encuentros en casa y un protagonismo casi exclusivo de los niños, que prefieren no toparse con rostros ensangrentados.