Durante décadas, desde los 70 hasta los primeros años del siglo XXI, Palma contó con unos servicios marítimos regulares al nivel europeo, donde el confort del pasaje y el servicio primaban a bordo, mediante unos buques con instalaciones que incluían una amplia variedad de locales como salón bar, cafetería, restaurante a la carta, piscina, solarium, discoteca, cine, etc.
Las navieras Trasmediterránea, Ybarra y Aznar competían al principio de aquella época por el mejor barco, con nuevas unidades de construcción nacional, que se publicitaban como ‘hoteles en el mar', y en donde se incentivaba el disfrute de la travesía, como su mayor aliciente.
Sin embargo, ya entrados en la primera década del siglo XXI, y ante el crecimiento exponencial del transporte de mercancías, la liberalización en las operaciones y los costes de explotación, aquel panorama que hasta entonces era habitual para los que prefieren o deben realizar el viaje por mar, quedó relegado al recuerdo.
Tres ‘ferries'
Los buques de tipo ‘ropax', diseñados principalmente para la carga, han tomado el relevo del grueso en esta actividad, al contrario de lo que sucede en todos los demás países de Europa, para líneas preferentes, donde los transbordadores operan como pequeños cruceros para cortas travesías. Así, hasta que este verano y gracias al impulso turístico, han vuelto a los muelles palmesanos tres ‘ferries' que evocan aquel añorado pasado marítimo. Se trata del ‘Volcan de Tinamar', de la Naviera Armas, y de los ‘Martín i Soler' y ‘Bahama Mama', de Baleària. Todos con un equipamiento más apropiado de cara al pasaje. Dos de estas unidades han coincidido todos los domingos en sus conexiones entre Mallorca y Eivissa con Denia, en un servicio diario, y con la capital pitiusa y Barcelona.
Con la prohibición de la llegada de buques de crucero debido a la pandemia de la COVID-19, han sido pues los únicos que han operado durante la temporada alta en Palma con un nivel superior destinado al transporte de pasajeros, aunque con las restricciones impuestas por la seguridad en materia sanitaria.
Se trata de una iniciativa que sería deseable tuviera continuidad todo el año y se potenciara con alicientes para recuperar el tradicional cliente no transportista de antaño, con el fin de situar a la capital mallorquina al nivel que merece en materia de transporte de pasajeros. Equiparable al existente desde siempre en otros países como Italia, en las excelentes comunicaciones por mar que mantiene con sus islas. Y también en Grecia, por citar a dos naciones de sólido arraigo en sus líneas marítimas y con quienes compartimos el Mediterráneo. Ya que en los países bálticos, sus transbordadores se equiparan desde los años 70 a los mejores cruceros.