¿Qué se siente descendiendo un barranco? Algunos aficionados dicen que tienen «un halo especial que los hace únicos»; otros mencionan que estos enclaves naturales son tan sumamente importantes porque «son capaces de ponerte a prueba física, técnica y psicológicamente»; otros, incluso, van más allá y hablan de «una experiencia mística». Para los amantes de la montaña es un paso más, la evolución natural del senderismo se transforma en el interés por la escalada, la espeleología y el barranquismo.
Y dadas las dimensiones de Mallorca, especialmente en la Serra de Tramuntana, la existencia de numerosos desfiladeros secos y acuáticos ha terminado desembocando en la popularización de deportes como el descenso de barrancos, con más de 70 itinerarios equipados que uno puede realizar en la Isla. Y no solo es el paraíso para los aficionados a los torrentes, apunta a ser con el tiempo una industria bien engrasada donde marcas isleñas ya trabajan para hacerse un hueco en el mundo de los deportes de riesgo.
Solo un dato para entender el volumen de trabajo que comienza a generar este sector: de los más de 60 negocios asociados a la entidad balear de empresas dedicadas a los deportes al aire libre, casi la mitad están centradas exclusivamente en las actividades deportivas en la montaña.
Y por el mismo motivo que Mallorca comienza a ser una potencia en este sector, también se ha convertido en un campo de pruebas para que la mujer se haga un hueco a pasos agigantados en un terreno que siempre ha parecido ser masculino. La montaña en Mallorca también tiene nombre femenino.
De acompañantes a guías
Hace unos años la imagen siempre era la misma descendiendo un barranco: un chico llevaba la voz cantante y su pareja, normalmente su novia, ejercía de segunda, de acompañante. Esa instantánea ahora está cambiando. «No existen actividades femeninas o masculinas, me resisto a creer que el deporte tiene género. Y las guías y aficionadas a los torrentes lo estamos demostrando día a día», asegura Ana Jaramillo, cabeza visible de Barranqueras Team, un grupo nacido en Mallorca e integrado por mujeres amantes de los torrentes, que participan en encuentros por todo el país donde las mujeres son protagonistas y el género deja de ser un impedimento o una traba a la hora de realizar un descenso.
Jaramillo, que se ha formado como guía en los Pirineos, confiesa que llegó un momento en el que optó por elegir mujeres como profesoras porque «te imprimen un punto más de presión a la hora de descender un barranco. Quizá porque no tienen la visibilidad que se merecen, quizá porque les ha costado mucho tener la responsabilidad del río», explica.
«Para ser más visibles en la montaña, necesitamos formación, formación y más formación», asegura Ana González, una profesora mallorquina adicta al descenso de torrentes que, como muchas mujeres en este mundillo, llegó a él a través de su pareja, para seguir volando después en solitario. «Si englobas como deporte de riesgo una actividad que te produce adrenalina, el barranquismo lo es. Pero al menos yo practico esta especialidad de montaña porque me gusta estar en contacto con la naturaleza, conocer parajes a los que no puedes llegar fácilmente y la sensación de estar colgada. Es otro mundo», afirma Ana, que ha descendido barrancos en la Isla, los Pirineos y Andalucía y que siempre aconseja lo mismo: «Para hacer torrentes con seguridad tienes que conocer el río y sus vaivenes. No puedes lanzarte al agua sin saber qué es un ‘rebufo' o una ‘lavadora' y el peligro que eso puede conllevar. Cuanto más entrenamiento y experiencia, mejor», finaliza la mallorquina.
Caballo de batalla
«¿Cuándo se darán cuenta las marcas de que las mujeres no necesitamos equipamiento de color rosa? Solo queremos una mochila adaptada a la fisonomía femenina, con una cintura más pequeña y asas para poder llevar 45 litros como cualquier compañero», se pregunta la líder de Barranqueras Team, que lleva años luchando con muchas marcas especializadas para que «el equipamiento se adapte a la mujer y no solo sea el color del equipo. Así sabremos que hemos ganado esta batalla», dice Jaramillo, que no cejó en su empeño de que las empresas dedicadas a la confección de neoprenos diseñaran trajes femeninos específicos para barrancos: «No dejaban de decir que las barranqueras se quejaban de que hacía frío y los hacían muy calentitos, pero muy difíciles de usar durante un descenso. Al final lo conseguimos...», recuerda Ana Jaramillo, al tiempo que afirma que no se siente discriminada en la montaña: «Nosotras nos ganamos nuestro espacio con trabajo duro», finaliza.