El secreto mejor guardado de los participantes del programa culinario Masterchef 8, que emite los lunes TVE1, es el nombre del ganador de esta edición, a falta de siete capítulos para la final. Una cláusula de confidencialidad de 100.000 euros es el motivo por el cual todos los participantes guardan silencio. Jose Mari Royo, candidato mallorquín en el popular reality show, ya se encuentra en Palma tras haber estado 45 días confinado con los otros miembros del concurso.
Durante estos días, Royo sale a dar un paseo o tomarse un refrigerio en una terraza y muchos son los simpatizantes que le piden hacerse una foto de recuerdo.
¿Cuáles son sus planes cuando Masterchef termine?
—Pienso seguir haciendo lo mismo de antes, relacionado con la música, pues entre grabación y grabación he estado componiendo y tocando la guitarra, por lo que en cuanto pueda grabaré el segundo disco en solitario de Mc Royal. Por otro lado, ya que me apasiona la cocina, tengo previsto hacer algo, pero aún le estoy dando vueltas y no quiero adelantarme. Es un proyecto que me está enamorando cada día más.
¿Cómo consigue, sabiéndolo, no desvelar el nombre del ganador de esta edición?
—Es muy sencillo, una cláusula de 100.000 euros es el mejor de los motivos. No me la voy a jugar. Es difícil saber quién ha ganado y no poderlo decir. No lo sabe ni mi pareja.
¿El ganador era su favorito?
—Jajaja, (sonríe). No voy a decir nada al respecto.
Su mirada y su sonrisa, de la que presumo conocer un poco, desvelan que está muy contento hasta donde ha llegado
—No te voy a negar que estoy muy contento con mi participación en Masterchef, pero no te voy a decir cómo he quedado.
¿Cuál es el mejor plato que ha hecho durante el programa?, ¿todavía no lo hemos visto?
—Claro, es complicado. Quizás quienes siguen el programa aún no han visto lo mejor de mí, pero por el momento estoy muy satisfecho, especialmente de los postres que he realizado. Yo soy más de cocinar platos salados y, sin duda, lo que te confieso es que he aprendido mucho, y de la mano de grandes chefs.
¿Cuál ha sido su peor momento?
—Me llevo muy bien con todos los concursantes, especialmente con Fidel y Andy. Son dos tipos geniales. Pero mi peor momento fue ver como Saray, con quien tuvo algunos rifirrafes al principio, presentó un plato de un pájaro sin quitarle las plumas. Sentí vergüenza y me supo mal por las 30.000 personas que se quedaron fuera del casting. La última de ellas habría aprovechado mejor la oportunidad que desperdició Saray de la forma más absurda.
¿Cómo ha sido la convivencia?
—En general, muy bien. Menos mal que me llevé mi guitarra y pude componer canciones pues, aunque las jornadas eran agotadoras, ese momento de charla con los compañeros era relajante y de buena convivencia. De hecho, no descarto que, en cuanto se pueda, viajen a Mallorca algunos para pasar unos días.
Y del jurado, ¿qué me cuenta?
—Son muy grandes. No sólo como profesionales, también como personas. Con quien he tenido más afinidad ha sido con Pepe. Además, nuestra manera de cocinar es muy parecida. Los platos de vanguardia no van conmigo.
En casa, ¿quién cocina?
—Todos, tanto mi pareja como los niños. Es un momento de reunión, cuando estamos juntos. Mi hija Carlota fue quien me animó a participar en Masterchef y nos divertimos mucho cocinando cualquier plato; en especial, los arroces y platos muy elaborados, sin prisas, a fuego lento.
Siente pasión por la cocina y por la música, ¿con cuál se queda?
—Con las dos. Cocinar es arte y la música también. Además, son totalmente compatibles. De hecho, cuando los amigos vienen a casa a comer o cenar, siempre hay música de fondo.