Desde hace unos meses, el periodista felanitxer Miguel Ángel Ariza vive en Cali (Colombia) dedicándose al mundo de la restauración, para lo cual ha abierto un restaurante, una actividad que ha venido llevando a cabo a lo largo de su vida. A más de uno sorprendió su repentina marcha a dicho país, al que adora, según confesó en repetidas ocasiones, dejando su puesto de trabajo como locutor, presentador y crítico de Canal 4. Pasado un tiempo desde entonces, contactamos con él, a quien seguíamos a través de las redes sociales –que utiliza muy bien– y dejamos que nos contara y que se explayara.
¿Cómo estás, amigo?
—Me va bien. La verdad es que no me esperaba la acogida que he tenido por parte de mis nuevos vecinos y por la clientela. Porque montar un restaurante no es fácil, como tampoco lo es que la gente te reconozca. Y que, encima, venga y repita, menos todavía. Y todo esto lo he conseguido en apenas seis meses, por lo que me doy por satisfecho.
¿Por qué te fuiste, así, casi de repente?
—Me fui por que tengo una filosofía de vida que se resume en que siempre he creído que nuestra vida son dos días. El primero llega a su fin a los 40 años y el segundo empieza justo al cumplir los 42. Y yo no quería vivir mis dos días a costa de lo mismo. Mira, amigo: mi madre ha trabajado como una mula durante toda su vida y es verdad que, gracias a ella, mi hermana y yo hemos podido tener lo que tenemos y, en mi caso, conocer casi todo el mundo. Y eso sí me lo podré llevar a la tumba cuando muera. Es más, si me muriera ahora, me llevaría, con 43 años que tengo, lo que muchos con 80 no han tenido: experiencia, vida y conocimientos. El otro motivo por el que me fui fue porque desde hace años planeaba vivir en Latinoamérica.
¿Te pasó algo con Canal 4?
—En Canal 4 siempre pasan cosas, unas buenas y otras no tan buenas, pues es una locura diaria trabajar en este medio. Tienes que estar preparado para trabajar bajo mucha presión, pero, ojo, a mí me gusta trabajar así. Casi es una sensación orgásmica la que siento cuando lo hago, siempre que sea bajo una presión justa. Pero, analizándolo bien, me fui por dos razones. Una, por que ya tenía 43 años y se me pasaba la hora de irme, y dos, porque la oferta que me hicieron en ese momento para seguir (porque nunca me echaron, como se ha dicho: me fui teniendo una oferta sobre la mesa), no me interesó. Y es que llega un momento de tu vida en los medios, y más yo –que he estado 25 años en ellos sin parar– que a todo le pones valor. Y a mí me querían pagar barato (a mi modo de ver).
Tenemos entendido que por tu restaurante han pasado algunos mallorquines…
—Hay dos cosas que me emocionan mucho. Una de ellas es cada español que llega al restaurante y ve la bandera, entra, y te pregunta muchas cosas, sobre todo los porqués de todo. Pero a mí lo que me flipa es la gente que por sorpresa viene aposta y me dice: «Ariza, somos de Mallorca, te seguíamos en la tele y, como estamos en Cali de vacaciones, hemos querido saber qué haces», lo cual, además de sorprenderme, me da muchas fuerzas y ganas. En momentos de flaqueza, anima mucho. De las visitas que he tenido, dos han sido las más importantes: la de mi madre, que vino a propósito para estar a mi lado el día de la apertura, lo cual no tiene precio, y la de una persona que prefiero dejar en el anonimato, que me emocionó mucho al sorprenderme con su visita, pues había quedado pendiente la despedida en Mallorca. Fue un gran regalo de Reyes.
¿Qué tipo de comida preparas en tu restaurante colombiano?
—Poca española, ya que me dedico a vender menús de comida típica colombiana a precios baratos, en cantidad y buena calidad. Y, como me funciona, me conformo. Eso sí, si me encargan una paella, la hago, me sale buenísima y se van encantados.
¿Cuánto piensas quedarte en Colombia?
—Ni idea. Pienso que entre cinco y diez años. Todo dependerá de cómo vaya el negocio. Por otra parte, tengo un fuerte vínculo con mi familia; en especial, con mi madre. Así que, no sé… Puedo volver mañana o quedarme aquí para siempre.
¿Echas a faltar el micrófono y la cámara?
—Al principio, no. Al llegar, casi me desvinculé de todo lo que tenía que ver con los medios. Pero, pasa el tiempo y, poco a poco, a través de Internet, ves las noticias y te entran ganas de opinar, y luego entras en las redes sociales y tus amigos te piden que vuelvas. Y quienes nos dedicamos a esto por vocación, queramos o no, no lo podemos dejar. De hecho, he vuelto hace poquito a Canal 4, donde dejo, semanalmente, mi opinión.