Hace 350 años, durante el reinado de Carlos II, se mandó construir la Fortalesa d'Albercuix con el objetivo de defenderse de ataques por mar. Antes había habido otros dos intentos, pero habían sido meras torres. Entre que una se cayó y la otra no servía para albergar artillería ni tropas, se mandó construir esta edificación más seria, de planta hexagonal y que a juicio del experto en arquitectura militar y autor del libro El Port de Pollença i la Fortaleza d'Albercuix, Àngel Aparicio i Pascual, «es la única de sus características que existe en Baleares y creo que también en España».
En esta publicación editada por la colección Tempo, de El Gall Editor, se cuenta de forma más pormenorizada toda la historia de esta construcción, germen de lo que con el tiempo llegó a ser la propiedad más cara de España.
El camino hasta ahí comienza hace casi un siglo. En 1919, el pintor argentino Roberto Ramaugé (1892-1973), amigo de su colega Anglada Camarasa y que poseía una gran fortuna, adquirió la Fortalesa d'Albercuix en 1919 convirtiéndola en una residencia de lujo. Ramaugé construyó una gran piscina rodeada de numerosas columnas, trazó jardines y escalinatas, y creó un bosque donde antes sólo había rocas. Además, encargó al escultor hispano-estadounidense José de Decreeft, quien también fijó su residencia en Pollença, 200 esculturas para decorar los jardines de su residencia.
Decreeft ya gozaba de fama internacional, si bien hoy por hoy en conocido sobre todo por su escultura de Alicia en el país de las maravillas en el Central Park de Nueva York, según explica pollensa.com. Raumagé fue anfitrión de numerosos artistas de la época, pero los días de vino y rosas finalizaron abruptamente cuando el Ejército del Aire se quedó con los terrenos durante la Guerra Civil.
A partir de ahí comenzó una batalla judicial entre la Administración y los herederos de Raumagé. El litigio continuó hasta 1984, cuando la familia recuperó su posesión. «Hubo conversaciones con el Ajuntament de Pollença, pero sin éxito, ya que el Consistorio no accedió a que se construyera un hotel de lujo a cambio de reformar la construcción hexagonal y convertir los alrededores en un jardín público», explica Aparicio.
En venta
En 1989, los herederos vendieron la Fortalesa al inglés John Ogden por unos 650 millones de pesetas. «Tras numerosas y desproporcionadas reformas, Ogden la puso en venta en 2008. Kühn & Partner la ofrecía por 120 millones de euros y Engels & Völkers por 100, pero el propietario estaba dispuesto a venderla por bastante menos», aclara Aparicio. De esta forma, pasó a ser considerada la propiedad más cara de España.
El propietario se la ofreció al Consell de Mallorca por 16,5 millones, pero Armengol, presidenta por aquel entonces de la institución, rechazó la oferta pese a los intentos del Ajuntament de Pollença para que la aceptara. El político y financiero James Lupton es, desde 2011, su último propietario. Desembolsó 40 millones.