El núcleo palmesano de Sant Jordi recibió este domingo la visita de miles de personas con motivo de la celebración de la XVIII Fira del Caragol, que acompañó el sol y una temperatura casi veraniega. Se pusieron a la venta 2.500 kilos de este molusco.
Los miembros ya veteranos del Club Prat de Catí, con Pep Lendines al frente, corrieron a cargo de la organización, ofreciendo muchos alicientes a los visitantes, no sin antes cumplir con su tradicional berenar de forqueta a las 9.30 horas para aguantar el grueso del programa matutino.
Los asistentes pudieron elegir entre una gran variedad de estands: el de las Colles de Dimonis de Sant Jordi, artesanía mallorquina de Carmen Oropesa, de caparrots, de la artesana Margalida Pastor, de una docena de productos artesanos de Mallorca, además de los relativos a ONG, como el caso de la asociación Dare Home, de Varanasi (India).
En el piso de la plaza, como es costumbre, se situaron las mesas altas para la degustación de caracoles y, alrededor, los 15 puestos de venta de caracoles, elaborados por los bares y restaurantes locales, uno de sa Casa Blanca y caragoleras, para degustar y para llevarse en prácticos envases de plástico. Las preparaciones fueron muy diversas, como la de caracoles fritos con romero, hervidos con hierbas, con salsa y también picantes del bar Casa Blanca. A partir de la una de la tarde la colla caragolera puso en marcha una gran paella con caracoles.
A las 12.00, el alcalde de Palma, Antoni Noguera, cortó la cinta inaugural, realizando el recorrido por las calles de Sant Jordi junto a otras muchas autoridades que no quisieron perder la ocasión de hacer acto de presencia en esta feria. En esta edición se celebró el I Concurso Morfológico de la Vaca Reina, organizada por Toni Feliu; el coloquio de alimentación de Fany Pons y Miquel Calent, y las exposiciones de aperos de labranza antiguos de Jaume Crespí, y de molinos de Miquel Ramis.