EFE-WINDSOR
Unas 15.000 personas con banderas, gorros y carteles se desplazaron
a Windsor para ver la boda de Carlos y Camilla, mientras más de 700
invitados fueron testigos de su bendición en la capilla de San
Jorge. En medio de fuertes medidas de seguridad y un frío más
propio del invierno que de la primavera, cientos de súbditos
británicos se instalaron temprano en las calles de Windsor para no
perderse cómo el heredero de la Corona contraía matrimonio.
Carteles como «Que Dios los bendiga», «Dios salve a la Reina», «El que no haya pecado que tire la primera piedra» o «Buena suerte para los dos» colgaban de las vallas de contención instaladas por las fuerzas del orden en las principales calles de Windsor.
Tampoco faltaron tiendas de campaña para protegerse del frío. Niños con gorros azules, rojos y blancos poblaron las calles de este pueblo, donde las tiendas, sin embargo, apenas colocaron fotos de los novios en sus escaparates, pese a vivir del turismo que genera el castillo.
Frente al calor y el ánimo popular, más de 700 invitados vestidos con los mejores trajes aportaron color y «glamour» a la capilla de San Jorge. Entre ellos estaban el primer ministro británico, Tony Blair, su esposa Cherie y el líder de la oposición, el conservador Michael Howard, además de figuras famosas del mundo del espectáculo, como el cantante Phil Collins o el actor Rowan Atkinson. Pero gran parte de la atención se la llevó un agente de policía retirado, que llegó a Windsor con sombrero negro, chaleco y pajarita con la bandera «Union Jack», chaqueta roja y botas negras para dar su respaldo a los novios.