La discriminación que sufren las casadas cuando quieren divorciarse refleja de manera flagrante el estatus de menor de edad que padecen las mujeres en Egipto, según un informe divulgado ayer en El Cairo.
Mientras que el Islam permite a un hombre abandonar a su mujer con solo pronunciar las palabras «te repudio», a la mujer conseguir el divorcio le cuesta años de pleitos judiciales, como puso de manifiesto Human Rights Watch.
El caso del repudio es el más sangrante: un hombre puede repudiar a la mujer hasta tres veces, y en el lapso de tiempo que transcurre entre la primera y la tercera, puede volver a reclamarla cuando él quiera. Solo la tercera vez que pronuncie la sentencia «yo te repudio» puede la mujer considerarse definitivamente separada.
En caso de que sea la esposa la que decide emprender el proceso de divorcio, la vía más rápida es renunciar voluntariamente a la pensión alimenticia, devolver la dote que el marido pagó y renunciar a la herencia que le correspondería, lo que deja a la mujer en total indefensión.