El hombre que el 3 de julio del pasado año arrancó la cabeza a una estatua de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher fue condenado ayer a tres meses de cárcel en un tribunal de Londres. Paul Kelleher, un productor teatral británico de 37 años, decapitó la estatua de la «dama de hierro», esculpida en mármol y valorada en 250.000 euros, con una barra de metal en la londinense galería de arte «Guildhall», donde se hallaba la escultura a la espera de ser instalada en la Cámara de los Comunes. Kelleher nunca negó los hechos y justificó su exaltada reacción diciendo que quería evitar que su hijo viese una escultura representativa de las «enfermedades del sistema político mundial».
El juez instructor del caso, George Bathurst-Norman, afirmó ayer, antes de emitir su sentencia, que sería «la última persona en negar a alguien el derecho a la libertad de expresión y a protestar contra algo en función de sus ideas». «Pero cuando se protesta -argumentó el magistrado-, hay una vía correcta y adecuada y otra equivocada para hacerlo». «Su decisión de arrancar la cabeza a la valiosa estatua de un político que dejó el poder hace diez años y cuyo partido ya no está en el Gobierno, fue realmente la vía equivocada», afirmó el juez en el tribunal de Southwark, en el sur de Londres.
El magistrado señaló que, pese al acto vandálico, la escultura se puede restaurar con un coste de unos 15.000 euros, aunque subrayó que la obra de arte «nunca volverá a ser la misma». Vestido con una pantalón vaquero y una rebeca azul, Kelleher calificó el veredicto de «despiadado» y comentó: «Me gustaría decir que siento mucho que mis frustraciones me hayan conducido a esto».
Durante el juicio, el inculpado explicó que golpeó la escultura con un bate de cricket, y, no contento con el daño causado, agarró una barra de metal para terminar arrancándole la cabeza. Y eso que, según alegó, no tenía «nada en contra de ella». Tras el acto de vandalismo, Paul Kelleher esperó tranquilamente a la policía, según reconoció en el londinense tribunal de Soutkwark, y cuando los agentes se presentaron en la galería, les espetó: «Creo que está mucho mejor ahora».