Jim Scudemore, uno de los grandes especialistas en la enfermedad de la fiebre aftosa, denunció, asimismo, que algunos ganaderos incumplen el sistema de licencias para el transporte de ganado. En declaraciones a la BBC, Scudamore reconoció la conmoción provocada por la rápida propagación de la enfermedad, de la que ya se han detectado 135 focos, tras confirmarse ayer ocho nuevos casos. La enfermedad se «está extendiendo muy rápidamente», aseguró el asesor veterinario, quien insistió en que «relajar los controles demasiado pronto conllevaría un mayor deterioro de la situación».
El Gobierno británico ha establecido un sistema de licencias para permitir que el ganado sano se pueda transportar a los mataderos y se garantice el abastecimiento de carne, aunque algunos granjeros se están propasando, dijo Scudamore. Según el asesor, «se mantiene la completa prohibición de los movimientos de animales. Se observa caso por caso, uno por uno, se han estudiado todos los riesgos y se han adoptado los pasos para minimizarlos». Hasta ahora han sido sacrificados 82.000 animales de los 114.000 en los que por el momento se ha detectado la enfermedad.
Para evitar la propagación de la aftosa se han suspendido varios acontecimientos deportivos, prácticas militares e incluso impedido el acceso de caminantes a los bosques. También ha provocado la cancelación del torneo internacional de hípica de Badminton, previsto para mayo. Asimismo, los dirigentes del turismo británico expresaron el temor de que la sombría imagen de ganado enfermo incinerado en gigantescas piras funerarias afecte la industria turística. Con Gran Bretaña bajo la sombra de una altamente infecciosa fiebre aftosa, que afecta a los animales, la llamada «verdosa y placentera tierra» británica comienza a mostrarse como algo detestable para los visitantes internacionales.