La Conferencia, que se celebra por quinto año consecutivo entre el Plan Nacional de Sida y el de Drogas y en la que participan más de 350 profesionales sanitarios, se centra este año en los principales problemas sanitarios de los infectados por VIH, que son la tuberculosis, las hepatitis B y C y la patología psiquiátrica.
El secretario del Plan Nacional sobre Sida, Francisco Parras, y el Delegado del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas, Gonzalo Robles, señalaron en conferencia de prensa los avances que se han logrado gracias a esta colaboración.
Se han triplicado los usuarios de droga inyectada que se han adscrito a los programas de utilización de metadona, desde los 18.000 que había en el año 1994 a los casi 65.000 de 1998.
Además de la buena acogida de estos programas entre la población drogadicta que se inyecta heroína, se han distribuido este año 6.400.000 «kits» sanitarios con jeringuillas, preservativos e información para los drogodependientes.
Los responsables de ambos planes señalaron que el objetivo de este año es dar pasos para conseguir una mejor prevención de las enfermedades más prevalentes entre esta población de riesgo.
En España, según Parras, se observa una tendencia favorable en la epidemia de sida, que irá perdiendo su relación con la droga para convertirse, al igual que en el resto de los países occidentales, en una enfermedad fundamentalmente de transmisión sexual. La tendencia favorable en la infección de sida no tiene equivalente en lo que se refiere a la hepatitis, ya que según datos del Observatorio Europeo sobre Drogas y Toxicomanías se calcula en medio millón los usuarios de droga infectados por el virus de la hepatitis C en la Unión Europea.
Para la hepatitis B, la tendencia es también elevada, aunque la existencia de una vacuna eficaz hace que haya que intensificar los programas de prevención.
En España, el 80% de los usuarios de droga tienen el virus de la hepatitis C, un 60% el de la hepatitis B y un 31% están coinfectados de sida y hepatitis.
La incidencia de la tuberculosis en España se calcula entre 20 y 40 casos por cada cien mil habitantes, una tasa superior a la mayoría de los países de nuestro entorno.