La segunda y última bomba atómica lanzada contra personas cayó el 9 de agosto de 1945 sobre la ciudad japonesa de Nagasaki porque el B-29 «Bockscar» que la transportaba carecía de combustible suficiente para regresar a la base, afirmó ayer domingo el diario «Asahi».
Según el rotativo japonés, el hoy general retirado Frederick Ashworth, de 87 años, dijo que los planes iniciales eran no lanzar la bomba si el objetivo no se podía avistar desde el aire, como era el caso aquel día en que el aparato estaba obligado a usar el radar como apoyo. El copiloto del vuelo, Fred Olivi, de 77 años, declaró al «Asahi» que, aunque las Fuerzas Aéreas estadounidenses dijeron que se aprovechó un claro entre las nubes para realizar el lanzamiento, hay posibilidades de que nunca se estableciera contacto visual.
Ashworth, comandante entonces al cargo del B-29 estadounidense, había partido desde la isla de Tinian de madrugada hacia Kokura, ciudad que era en realidad el segundo objetivo norteamericano después del primer lanzamiento atómico sobre Hiroshima tres días antes durante una operación realizada con precisión milimétrica.
Sin embargo, el 9 de agosto, la escasa visibilidad que había sobre Kokura hizo que, sobre la marcha, Ashworth decidiera dirigirse al segundo objetivo en su lista, Nagasaki. El mayor trayecto y el propio peso de la bomba hizo que el avión consumiera gran parte del combustible que llevaba.