Según Romay, las causas que han influído en este crecimiento del gasto son, fundamentalmente, la nueva disminución de la aportación de los usuarios (que ha pasado del 8'2 por ciento en el 97 al 7'69 por ciento en el 98) como consecuencia del mayor número de pensionistas y del envejecimiento de la población; el aumento del coste por receta (un 10'6 por ciento más) relacionado con el alto precio de nuevos fármacos; y la aparición de nuevos medicamentos para enfermedades como el Alzehimer, el Parkinson, el asma, etc, cuyo precio medio es más alto que el de los existentes hasta ahora.
«En cualquier caso, hay que valorar positivamente este dato, sobre todo si tenemos en cuenta la evolución mensual, que durante el período enero-agosto reflejaba un incremento del 11'3 por ciento en el SNS.
De haberse mantenido esta tendencia, el gasto farmacéutico habría registrado un crecimiento del 12'5 por ciento, igual al incremento tendencial 1990-1996», explicó.
Esta reducción final de dos puntos en el crecimiento de la factura de farmacia es resultado de la aportación de la industria farmacéutica (39.145 millones), y de los efectos de los genéricos y la lista negativa de medicamentos (18.000 millones de pesetas).