ENTREVISTA

Antoni Corró Cladera: «Un médico debe mostrar empatía y escuchar al paciente»

Tras su jubilación, con casi cincuenta años a sus espaldas atendiendo en su consulta de oftalmología en Inca, sigue con otras actividades como rotario o juez de paz

Corró

Corró en la consulta de Inca por la que han pasado cientos de pacientes | Foto: J.R.

| Inca |

El 30 de mayo, Antoni Corró (Inca, 1951) pasó el testigo de la consulta oftalmológica de Inca que ha llevado con su mujer, Joana Maria Moyá, durante casi cinco décadas al médico oftalmológico cirujano Mateu Pons. Atrás deja años de satisfacción por haber podido atender y ayudar a tantos pacientes y afronta una jubilación en la que no tendrá tiempo para aburrirse.

¿Cómo fueron sus inicios y por qué abrió la consulta en Inca?
—Una vez acabada la especialidad de Oftalmología comencé como residente de cupo en el ambulatorio Félix Sánchez, ubicado frente a Son Dureta. Después me trasladaron al ambulatorio del Carmen. En un principio ejercía dos horas al día y me asignaban pacientes de pueblos. Luego pasé a las seis horas diarias, algo que agradezco por el bien de los pacientes que trataba, y hasta mi jubilación estuve en el Carmen. A principios de los años ochenta ya me establecí en Inca junto a mi mujer, que pertenece a la cuarta generación de una familia de médicos, y también tengo que decir que mi hijo Baltasar ha seguido con la tradición, ya como quinta generación. Además de Inca, cada jueves por la tarde iba a Sóller a pasar consulta en la Cruz Roja, pero fui despedido por su presidente, asesorado por un apotecario. Nunca he sabido las razones de esta decisión.

¿Siempre han estado en el mismo lugar de Inca?
—Sí, en el barrio de So na Monda, y en concreto en la calle Bartomeu Coc. Puedo decir con orgullo y nostalgia que mi apellido Corró se ha ido moviendo por la barriada durante más de 180 años gracias a las iniciativas de mis antepasados.

Usted ha trabajado en la sanidad pública y la privada, ¿qué opinión tiene de ambos sectores?
—Soy muy crítico con el borrador del Estatuto Marco que se planea aprobar. Los nuevos médicos residentes estarán atados cinco años en la sanidad pública y los jefes de servicio deberán escoger entre estar en exclusiva en uno de los dos sectores. Eso, sin duda, no dará un mejor servicio a la sanidad pública y veo un claro sesgo ideológico que estigmatiza la privada, cuando cubre el 40 % en Mallorca y contribuye a disminuir las listas de espera. He estado toda mi vida laboral ejerciendo en ambos ámbitos y no veo nada bien que se llegue a aprobar este Estatuto Marco.

Durante todo este tiempo habrá cambiado mucho la Oftalmología...
—El 20 de junio recogí la Medalla de Oro a los 50 años como colegiado en Balears y por supuesto que mi especialidad ha cambiado mucho desde mis inicios hasta ahora. Por ejemplo, en los años ochenta un operado de cataratas debía estar cuatro días inmovilizado y con puntos, algo que despersonalizaba al paciente. Unas dos décadas atrás se produjo una revolución gracias a las lentillas intraoculares que, mediante una operación extracapsular y sin puntos, la persona operada de cataratas entraba y salía de la consulta el mismo día. Otro de las innovaciones substanciales han sido las inyecciones intravítreas, que permiten retrasar o incluso detener la degeneración macular. Antes de esto, cuando un paciente venía a la consulta no se le podía ofrecer ninguna mejora para su calidad de vida y muchos acababan con ceguera. Las inyecciones intravítreas también se usan para retinopatías diabéticas.

Su consulta fue pionera en Inca en expedir certificados médicos para conducir y permisos de armas...
—Efectivamente. Comencé a hacerlo en la Mutua Balear, pero al poco tiempo puse el servicio de reconocimientos médicos en nuestra consulta. Fue a principios de los ochenta, con permisos de conducción, armas, embarcaciones, perros peligrosos, grúas o certificados médicos colegiados.

¿Qué consejo le ha dado a su sucesor en la consulta, Mateu Pons?
—Él ya lo sabe, pero un médico debe mostrar empatía y escuchar al paciente, además de no olvidar nunca la importancia de las urgencias. Ha sido muy gratificante estos años encontrarme con antiguos pacientes que me recuerdan lo bien que les fue una operación o un tratamiento.

¿Tendrá tiempo para aburrirse?
—De ninguna manera. Soy el juez de paz de Lloseta y aprovecho para denunciar que se nos ha privado celebrar bodas, algo muy inherente a nuestra labor. En las fiestas de la Mare de Déu de Lloseta de este año me han elegido para hacer el pregón. También hace más de treinta años que soy miembro del Rotary Club Inca y sigo su lema: «dar de sí antes de pensar en sí», para contribuir en muchas acciones de carácter solidario. Además, soy socio fundador del grupo Ni Verd ni Madur de Lloseta y pertenezco a la Associació Cultural S’Estel del Cócó.

2 comentarios

user Regal | Hace 28 días

Un buen oftalmologo, pero sobretodo con gran humanidad.

Avispa Avispa | Hace 28 días

Toda la razón, porque te encuentras con cada médico-a, prepotentes y antipáticos que dan asco

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