La Mare de Déu del Cocó ha recibido este miércoles a centenares de llosetins i llosetines que han bajado en procesión desde la iglesia parroquial hasta la ermita portando a hombros una figura de la Mare de Déu de Lloseta. Una vez más, el público local e invitados, entre los cuales había políticos de todos los partidos, han llenado la explanada del oratorio durante la misa.
El día del Cocó las tradiciones se repiten en Lloseta, y al finalizar el oficio religioso, muchos han querido besar o tocar los pies de la Mare de Déu del Cocó detrás de un altar engalanado de flores, o comprar unas «mides» o recuerdos de la ermita que su guardesa, Francisca Llabrés, mantiene impecable.
Otra de las tradiciones que se mantienen vivas entorno a la ermita del Cocó se ha repetido este mediodía. Varias familias han bajado hasta el lecho del torrente contiguo para meter sus dedos en unos agujeritos de las rocas situadas justo debajo del oratorio. «Tienes que meter todos los deditos, no te dejes ninguno», recordaba un abuelo a su nieto, porque se dice que este gesto te protege de sufrir los molestos padastros en los dedos.
Dulces y atracciones
Más allá de la parte religiosa, el Cocó de Lloseta ha albergado de nuevo una variedad de puestos de feria, sobre todo atracciones infantiles y avellaneres, como se denominan en Mallorca los puestos de chucherías y dulces típicos de las ferias de toda la vida: cocos, chufas, dátiles, almendras garrapiñadas, frutos secos y algodón de azúcar. También se han instalado puestos de artesanía, de coleccionismo, de juguetes y una larga sucesión de tentaciones para niños y jóvenes que se ha desplegado a lo largo de todo el paseo del Cocó.
El día soleado, el más cálido de las recientes fiestas de Pascua, ha invitado a llenar las terrazas de los bares, mientras a medida que llegaba la tarde, los puestos se iban llenando de más gente llegada de otros municipios de la comarca del Raiguer, donde «anar al Cocó» sigue siendo una tradición viva.