Can Feliciano, como denominan popularmente los vecinos de Santa Margalida al conjunto de inmuebles que fueron propiedad de Feliciano Fuster, ya son parcialmente de titularidad municipal. El Ajuntament de Santa Margalida se ha adjudicado el 80 por ciento de estas propiedades, que han sido subastadas por el juzgado después de que la entidad social Amadiba no haya hecho efectiva la aceptación de la herencia que le legó a su muerte el que fuese presidente de Endesa e hijo ilustre del municipio.
Deudas de IBI
Amadiba ha corroborado a este diario que no realizó la aceptación de herencia, permitiendo que el proceso continuara su curso legal. Este ha desembocado en que los bienes han ido acumulando cargas por el impago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y por unos trabajos de cierre y adecuación de los solares que rodean estos edificios, acometidos por el Ajuntament de manera subsidiaria. «Con estos impagos, se acumularon unas deudas de unos treinta mil euros que nos han permitido que el Ajuntament se personara como acreedor a la subasta y nos la hemos adjudicado», admite el alcalde de Santa Margalida, Joan Monjo (Convergència).
Ahora la intención del equipo de gobierno es adquirir el 20 por ciento restante, que pertenece a otros propietarios. Después sería necesario acometer una profunda rehabilitación de los edificios, que están muy deteriorados tras décadas de abandono y que tienen el condicionante de estar protegidos como Bien de Interés Cultural (BIC). «La idea es trasladar allí la Escuela de Música, que actualmente ocupa unas instalaciones de alquiler, y crear un gran centro sociocultural», apunta Monjo.
El edificio central de Can Feliciano son unas destilerías, inauguradas hacia 1920 con el nombre de La Victoria. Más adelante, bajo la gestión de la familia Fuster, pasaron a denominarse Destilerías Fuster, como indica el rótulo que aún se distingue en su fachada, y estuvieron operativas hasta principios de los años '90. Luego cerraron y se han ido deteriorando, al igual que las cocheras adyacentes y el chalet que fue residencia de Fuster, fallecido en 2012 a los 87 años. Fuster fue proclamado Hijo Ilustre de Santa Margalida en 2018 y su retrato es uno de los que presiden la sala de plenos, donde esta noche el alcalde dará cuenta de esta operación inmobiliaria.
La oposición ve con buenos ojos que Can Feliciano sea de propiedad pública, si bien recuerdan que hay importantes condicionantes que resolver. «Es un espacio emblemático, pero hay que recordar que hasta que no se compre el 20 % restante no podremos disponer de él; debería abrirse un proceso participativo para que sea el pueblo quien decida qué usos darle, e incluir instalaciones que puedan atraer inversiones a Santa Margalida», apunta el portavoz del PSOE, Xisco Bergas.
El concejal de Independents, Martí Fornés, señala que «es un espacio interesante, pero también hay que saber qué precio se pagará por el 20 % restante, acondicionarlo y el mantenimiento; tenemos el pueblo hecho un desastre, con muchas prioridades, y el alcalde se decida a comprar solares e inmuebles». La portavoz de CPU, Cati Tous, añade que «nos parece bien siempre que tenga el uso sociocultural que se ha dicho».