La decisión de Costas de no renovar la concesión del montaje de terrazas en diversas zonas costeras de Mallorca ha provocado la creación de la Asociación de Empresarios de Concesiones y Explotaciones de Servicios Temporales en Dominio Público Marítimo Terrestre de Mallorca (Adopuma), cuyo portavoz es Jaume Perelló, propietario del conocido restaurante Can Gavella, en sa Caseta des Capellans.
¿Cómo está siendo este primer verano sin terraza en su establecimiento?
— Muy frustrante. Después de dos años muy difíciles, el hecho de ver la playa repleta como hacía tiempo que no se veía y que no podamos abrir la terraza a nuestros clientes se hace difícil de entender.
Desde la asociación pidieron una reunión con el Govern, que será quien asuma las competencias de Costas en unos meses...
— Sí, y ya tenemos respuesta. El próximo jueves nos reuniremos con la consellera de Presidència, Mercedes Garrido, y queremos exponer los problemas que nos han supuesto estas medidas radicales que ha tomado la Demarcación de Costas. Hemos constatado que el cierre de las terrazas no supone ningún beneficio para el medio ambiente y sí que nos hemos visto perjudicados los empresarios y los trabajadores, con mucha menos facturación y despidos obligados.
¿Qué armas tienen ustedes para defender su postura?
— Nuestra voluntad es que el Govern entienda que nosotros representamos al turismo de calidad. Ytambién hacerles entender que la base de nuestra clientela es el residente mallorquín que, por cierto, está muy enfadado con la situación. De hecho, en los sesenta años que lleva abierto CanGavella han pasado políticos de todos los colores y, en los últimos años, muchos que ahora militan en partidos que están en contra de forma radical de las terrazas en dominio público han disfrutado de comer en Can Gavella y de tomarse un gin tonic con los pies metidos en la arena.
¿Tienen esperanzas de que de la reunión con el Govern salga algo positivo?
— Dependerá de que partido se haga cargo de las competencias y del tacto que puedan tener hacia las familias y los trabajadores que estamos detrás de todos estos establecimientos. Eso sí, si se encargan los mismos que están en Medi Ambient, que quieren cargarse todo lo que huela a turismo aunque sea de calidad, no creo que la situación actual mejore mucho.
¿Desde que se presentó la asociación Adopuma, a finales de julio, hasta ahora han tenido muchas adhesiones?
— Comenzamos con una veintena de asociados y ahora tenemos empresarios de Menorca y Eivissa que se quieren unir porque tienen el mismo problema. Costas no ha tenido ningún reparo en denegar concesiones históricas, de un año para otro, y haciendo caso omiso a las alegaciones o consultas que hemos hecho la mayoría de establecimientos. Eso sí, a la hora de enviarnos celadores o de imponer multas han actuado con la máxima celeridad.
Antes hablaba de los puestos de trabajo, ¿cómo ha sido este verano?
— En el mes de julio, Can Gavella ha facturado un 25 % de lo que se facturó en julio de 2021 y en el mes de agosto estaremos en cifras similares. Esto nos ha obligado a reducir la plantilla y de 35 trabajadores hemos pasado a tener solo 11. Esta situación es compartida por muchos establecimientos como el nuestro.
¿Qué opina de las cuestiones medioambientales que afectan a las terrazas?
— Mire, yo tengo 41 años y está claro que las medidas medioambientales que yo tomo en mi restaurante no son las mismas que tomaban mis padres hace sesenta años. Eso sí, en Can Gavella y en la mayoría de chiringuitos de Mallorca hemos eliminado los plásticos y hemos apostado por certificados ISOmedioambientales sin que nadie nos lo exigiera y mucho antes de lo marcado por la ley. Yeso es porque sabemos que tenemos que apostar por un turismo de calidad, que quiere disfrutar de nuestras instalaciones. Mallorca tiene muchos lugares de costa sin ninguna aglomeración y sin chiringuitos, por lo que una minoría no puede imponer que muchos residentes no puedan tomarse una cerveza a pie de playa si lo desean.
¿Cómo espera que será el verano de 2023?
— Lo que pedimos a las autoridades políticas es que lo de este año no se puede repetir, no podemos hacer este ridículo. Lo que pasará si seguimos en esta situación es que el turista preferirá otros lugares donde sí hay una oferta complementaria de calidad y sostenible, como es el caso de Mykonos. Y además, el residente seguirá enfadado.