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Son Galceran, refugio de la nobleza europea y escenario de veladas culturales y fiestas de la alta sociedad

El Archiduque Luis Salvador fue su primer propietario y la emperatriz Sissi la visitó en varias ocasiones

Imagen de la finca. | Redacción Ibiza

| Palma |

Tras más de una década en venta, Son Galceran tendrá por fin nuevos propietarios, un matrimonio extranjero que adquiere la finca en una operación inmobiliaria valorada en 10 millones de euros. Pero esta finca, una de las míticas de Mallorca, ubicada a las afueras de Valldemossa, posee un pasado histórico y cultural muy rico que no debería pasar desapercibido.

La propiedad, dividida en dos por la carretera que recorre la Serra de Tramuntana, consta de un par de edificaciones: un antigua torre de vigías frente al mar con unas vistas privilegiadas, que se transformaría más tarde en una vivienda con piscina, así como la casa principal, construida en los tiempos del Archiduque Luis Salvador, su primer propietario, que la adquirió por 35.000 de las antiguas pesetas. Sin embargo el archiduque nunca llegó a habitarla sino que fue el refugio de su administrador y hombre de ciencia, Manuel de los Herreros.

Esta finca se convertiría en refugio de europeos ilustres, de monarcas y de la alta sociedad durante décadas. Por ejemplo, se convirtió en el lugar de descanso de la emperatriz Sissi de Baviera (1837-1898), prima de Luis Salvador, que siempre guardó mucho cariño a la Isla y a esta finca en particular, con un terreno que abarca unas 70 hectáreas en total, y jardines bellamente diseñados.

Son Galcerán fue adquirida por la familia March en el siglo XX, pero el que la disfrutó fue su primogénito, Juan March Cencillo, que en los 70 y 80 la convirtió en el centro neurálgico de las fiestas de la alta sociedad nacional e internacional y se hizo famosa por sus veladas culturales. La lista de personalidades que se divirtieron, durmieron y se enamoraron de esta propiedad, es infinita.

Tras la muerte de Juan March, en 1992, la finca pasó a manos de su hermano Manuel, coleccionista de arte y de gusto exquisito, que siguió organizando fiestas y encuentros hasta poco antes de su muerte. A finales de los 2000, empezó a vender los tesoros que albergaba la casa a golpe de lote en subastas en Christie's, como la Vista de Mallorca de John Singer Sargent, un dibujo de Sorolla titulado La Semana Santa o cajas en oro para guardar cigarrillos diseñadas por Fabergé.

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