Pere Josep Garcia Munar (Pollença, 1983) es doctor en Historia y miembro de la Comissió Municipal de Memòria de Pollença.
El camino ha sido largo pero Pollença comienza a recuperar la memoria. Desde que se abrió la primera fosa ¿cuántos pollencins han vuelto a casa?
—Hasta la fecha se han identificado y devuelto los cuerpos de cuatro pollencins: Joan Losa, Miquel Marquet, Antoni Castañer y Antoni Oliver. Pero esperamos que pronto se puedan identificar algunos más.
¿Tenéis esperanza de recuperar más restos? ¿Cuántos siguen desaparecidos?
—Este es un tema complicado. Estamos hablando de más de 30 víctimas mortales. Pero, a groso modo, tenemos esperanzas en recuperar a Tomeu Cabanelles, Josep Pont, Joan Domingo y Dionís Alcal, que estan en la fosa de Calvià. También es muy probable que se recuperen los restos de Cosme Llobera, que fue víctima de una saca de Can Mir junto a Joan Losa y asesinado en Porreres. Pero las muestras de ADN no siempre sirven o son concluyentes.
Por otro lado, hay varias víctimas de las que no tenemos pistas de donde pueden estar como Joan Matheu, Joan Genestar, Jordi Munar o Joan Cama.
Del resto de víctimas, tenemos documentado donde se encuentran o se encontraban, ya que la mayoría de ellas no las podremos recuperar nunca porque fueron tiradas a fosas comunes que ya no existen, como las del cementerio de Palma.
¿Qué trabajo ha jugado la Comissió Municipal de Memòria en este proceso?
—En Pollença somos un grupo de personas que desde el año 2003 hemos venido haciendo actos en torno a la memoria histórica. En estos últimos años conseguimos crear la Comisión Municipal (formada por familiares, investigadores, entidades memorialistas y representantes del Ayuntamiento) y hemos dado un impulso importante a la recuperación de la memoria histórica del pueblo, ya sea investigando, tomando muestras de ADN, colaborando con la Direcció General de Memòria Democràtica, con historiadores de otros pueblos… Toda esta dedicación está dando sus frutos y estamos muy contentos de que el esfuerzo nos lleve a poder ayudar en la recuperación de los restos de las víctimas y en dar más información a las familias e interesados.
Acabáis de anunciar que ponéis al alcance de investigadores y particulares todas las causas judiciales abiertas entre el 36 y el 39 contra pollencins. Sabiendo que hay un grupo importante de investigadores en Pollença ¿confiáis en que este hecho pueda dar un nuevo impulso para recuperar la memoria?
—Estamos convencidos que las fuentes deberían estar siempre lo más accesibles que se puedas, pues en un cajón no sirven de nada. Todo lo que sea facilitar la tarea de investigar sobre el pasado, ayuda; entre otras cosas porque cuatro ojos ven más que dos. Imagina si con este paso, que de verdad es muy simple, se animara mucha más gente a investigar… Seguro que avanzaríamos mucho más, ya que quedan muchos aspectos de la represión aún sin investigar a fondo.
Este año Pollença entra en el Pla de Fosas con una cata para localizar la presunta fosa de la Cala Sant Vicenç. ¿En Pollença no se tenía constancia de la posible existencia de esta fosa? ¿Qué esperáis de esta cata?
—La posible fosa de la Cala Sant Vicenç es un misterio. Lo más plausible es que, habiendo un campo de trabajo forzado en la zona, los restos sean de trabajadores muertos. Pero no podemos descartar nada, porque tenemos víctimas en Pollença que no sabemos dónde fueron enterradas.
Pollença fue uno de los pueblos que más sufrió la represión. ¿Por qué?
—Pollença fue uno de los pocos sitios de Mallorca donde el 19 y 20 de julio de 1936, después del golpe de estado fascista, hubo resistencia. Los pollencins y pollencines se organizaron, alzaron barricadas, recogieron armas (la mayoría viejas e inservibles), prepararon bombas de mano rudimentarias y se dispusieron a defender el pueblo de los fascistas que en un momento u otro iban a llegar.
Una vez el ejército golpista se impuso, se inició una farsa de proceso judicial que llevó ante el tribunal militar a más de 150 pollencins. El resultado: 18 penas de muerte, más de noventa condenados a penas de entre 20 y 30 años de prisión… Algunos, incluso, pese a que el juez les dijo que eran inocentes; otros murieron en las cárceles o llegaron a suicidarse. Ese fue el resultado de uno de los juicios. Pero hubo muchos más. Sin contar los asesinados sin juicio y los asesinados en sacas desde la prisión de can Mir. Por último no podemos olvidar la represión económica, las familias destrozadas, la incautación, el exilio…