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Pandemia de coronavirus

Caen en picado las ventas de cordero local debido al parón de la temporada turística

Centro de tipificación. La Cooperativa Payesa de Pollença dispone de un centro de homogeneización pionero en la Isla pensado para ofrecer lotes homogéneos de cordero a los distribuidores. Ayer en las instalaciones había unos 150 animales que esta semana no han encontrado comprador. | [Curro Viera ]

| Palma |

Mientras la carne importada se agota en los supermercados de pueblos y ciudades, la venta de corderos producidos en Mallorca sufre estos días un parón sin precedentes. La crisis e incertidumbre que vive el sector turístico como consecuencia de las medidas de contención de la pandemia del coronavirus ha paralizado las ventas «en su totalidad», explica el gerente de la cooperativa payesa de Pollença, Martí Solivellas.

Este viernes se acordó rebajar en 10 céntimos el precio del cordero recental en lonja, que queda fijado en 5 euros el kilo, pero los productores temen que ni siquiera una rebaja del precio será suficiente para incentivar las ventas. La cooperativa no realiza venta directa de cordero al público.

«El único supermercado al que nosotros vendemos es a El Corte Inglés, el resto son distribuidores que nos compran para vender a hoteles y restaurantes y la mayoría de ellos ya no abrirán, posiblemente hasta después de Semana Santa. Si el Gobierno central cierra los establecimientos de más de 300 plazas estamos perdidos, porque en la zona de Calas de Mallorca no abre nadie y muchos creen que no abrirán hasta pasada la Semana Santa», lamenta Solivellas.

Falta de forrajes

El sector de la ganadería local no pasa por su mejor momento y los efectos de las medidas de contención del coronavirus pueden terminar de ahogarlo. La sequía generalizada vivida en Mallorca (con la excepción de los episodios de lluvias torrenciales y borrascas) ha provocado una falta de forrajes, por lo que mantener a los corderos en sus corrales a la espera de una oportunidad de venta puede salirles caro.

«Esperamos que, tal y como dicen las previsiones, las lluvias de la próxima semana puedan dar algo de respiro. Si en tres semanas no llueve la campaña estará perdida», dice el presidente de la cooperativa de Pollença. Las prisas por sacar el género ya provocaron que la campaña de Navidad tuviera un excedente de corderos lechales, lo que a su vez derivó en una lucha por mantener el precio con una bajada mínima. No obstante, 2019 se cerró con récord de ventas: 12.000 animales, 2.500 más que en 2018.

Cabe recordar que la situación podría haber sido peor y es que tras la pérdida de los pastos en 2019 el Govern distribuyó 1.370.310 kilos de pienso para alimentar al ganado ovino.
En estos momentos los productores acumulan en sus fincas centenares de corderos recentales (de un máximo de 13 kilos). En la última semana apenas se ha vendido una tercera parte de los aproximadamente 500 animales que salieron a la venta desde el centro de tipificación de Pollença.

«En este momento tenemos unos 150 corderos sin vender en el centro de tipificación, pero en las fincas en stand by hay 500 más», dice Solivellas. Aunque la Semana Santa de 2019 fue algo floja, la temporada alta turística acabó disparando las ventas. El problema es que ahora no hay una fecha en el horizonte.

«La gente tiene que tener garantías para que no la engañen con el producto local»

El sector ganadero de las Illes reclama desde hace años la creación de un sello que identifique la carne de Balears y que permita al consumidor diferenciarla del resto de la carne de otras procedencias envasada en Mallorca. «Estos días vemos grandes superficies que agotan el cordero que venden a 8,99 y 7,85 euros el kilo y no sabemos su procedencia real, aunque el envase diga que es balear porque el sistema no ofrece unas garantías al consumidor para que pueda comprobar que no le están engañando», dice Martí Solivellas, presidente de la cooperativa de Pollença.

El sector del cordero padece desde hace años una crisis de consumo, no solo por la competencia de la carne importada, sino por un cambio en los hábitos de consumo. «En Mallorca llegó a haber en su tiempo 300.000 ovejas y ahora apenas se consume 1,5 kg de carne de cordero por persona y año», añade.

Ante la insuficiente demanda del consumidor local el mercado turístico es clave a la hora de mantenerse a flote.

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