Reinventarse o morir, más cuando tres ferias potentes compiten en el calendario otoñal. Hace tiempo que la muestra artesana de Pollença apostó por una oferta de calidad que la diferenciara del resto de ferias al uso elevando la artesanía a la categoría de arte en el Claustro. Pero todos los pros tienen sus contras y esa apuesta le dio a la feria un aire elitista que no gustó a todos.
Desde hace tres años los payeses han recogido el testigo erigiéndose en auténticos protagonistas de la versión de la feria más popular que vuelve a los orígenes junto al Pont Romà. Lo que resta ahora es conectar ambos espacios con un recorrido de fácil intuición que permita al visitante disfrutar de dos muestras exquisitas.