PEDRO AGUILO MORA
La amenaza más seria a la hegemonía de Lluc Tomàs (PP) al frente del Ajuntament de Llucmajor no la protagonizan la oposición de PSOE, PSM o UM. A la reelección de Tomàs sólo la ensombrecen los presuntos delitos que la Fiscalía Anticorrupción imputa a Joaquín Rabasco (ASI) y se resposabiliza de forma subsidiaria al actual alcalde. Frente a una oposición que sólo ha conseguido inquietar al PP con los contenidos de una web que no era la suya (sino la de ASI) y mediante la crítica a un índice de endeudamiento que por el momento se ajusta al permitido por la Ley, Tomàs presenta un proyecto consolidado al que todavía le queda recorrido político.
Mientras la lista presentada por el PP se mantiene sólida, sin apenas cambios con la relación a la presentada en 2003, el máximo rival de la formación conservadora, el PSOE, pone en liza una candidatura prácticamente renovada de arriba a abajo. Toda una incógnita. Su cabeza de lista, Joan Jaume, se enfrenta al nada fácil reto de mantener los seis concejales obtenidos hace cuatro años por Antoni Garcias, a la sazón conseller de Presidència y portavoz del Govern del Pacte. UM también inicia un nuevo ciclo donde, como ocurre en la singladura del PSOE, todo está por ver. No obstante, mientras los socialistas se las verán y desearán para mantener o mejorar sus resultados, Joan Oller no debe tener tantos problemas para igualar, cuando no para superar, el mediocre rédito de la campaña liderada por Tomàs Cantallops. Quien sí parece tener asegurado su actual suelo electoral es el PSM que, una vez más, a vuelto a apostar en Llucmajor por el carisma de la también candidata nacionista al Consell de Mallorca, Joana Lluïsa Mascaró. Finalmente, toca hablar de ASI. Lo normal, vistos los problemas de Rabasco con la Justicia, sería apostar por una debacle de la formación independiente. Pero con ASI no vale la lógica. La presión mediática a la que Rabasco se ha visto expuesto apenas ha mermado la confianza de sus electores. Más bien todo al contrario. Rabasco ha hecho de la necesidad virtud presentándose ante sus fieles huestes como una víctima de PP y PSOE. Rabasco se ve como el chivo del que ambas formaciones han echado mano para expiar sus respectivas vergüenzas.