MIQUEL BAUÇÀ/JOSEP ROSSELLÓ
Ocho partidos competirán el próximo domingo con objetivos
diferenciados. El PSOE de Margarita Nájera intenta defender la
Alcaldía. El PP con Carlos Delgado al frente procurará cambiar el
color del Ajuntament y enviar a los socialistas a las sillas de la
oposición. UM, de la mano de Isidre Cañellas, aspira a recoger los
frutos de cuatro años de motor diésel, con una oposición seria y
continuada, e incrementar los votos de 1999 para mantenerse o ganar
un concejal más. Las cinco siglas restantes lanzarán cohetes si
consiguen un edil, una tarea que se presume difícil y para la que
se necesitarán cerca de mil votos.
La legislatura que concluye ha sido un paseo para el equipo de gobierno socialista, que completa dos décadas de mandato en el que ya es el segundo municipio más importante de Mallorca. Con una amplia mayoría absoluta, Nájera ha desarrollado su política sin mayores problemas. En el haber, el instituto de Bendinat, el Plan General, embellecimientos urbanos, la televisión... En el debe, mayor presión fiscal pese a las promesas en el sentido contrario, la asignatura pendiente del transporte y un endeudamiento hasta los límites. En el apartado urbanístico, pese a las moratorias, se ha seguido construyendo, y mucho, sobre todo en Son Caliu y Nova Santa Ponça.
La oposición del PP y UM defiende que es posible otro modo de gestión y, sobre todo, con menos impuestos. Coinciden en que millonarios gastos de asesorías y márqueting son perfectamente prescindibles. En estas apreciaciones coinciden la mayor parte de los partidos que actualmente no tienen representación municipal, que también critican el doble lenguaje del equipo socialista de llenarse la boca de crecimiento sostenible y a la vez consentir nuevos proyectos urbanísticos de gran calado e impacto.