El pueblo fue un río constante de gente desde la Plaça Major a la de Son Bordoy. O sea, desde donde había el mercadillo de productos artesanales hasta la muestra de animales.
Al principio de la mañana no había mucha gente pero a lo largo
del día, el número de visitantes superó el de otras ediciones de la
Fira.
La artesanía propia de Campanet, alpargatas de esparto y vidrio
fueron las grandes atracciones del mercadillo de la Plaça Major.
Junto a esta muestra había varios tenderetes de ONGs que
solicitaban ayuda para las diferentes misiones humanitarias que
llevan a cabo. Entre todas ellas estaba «Campanet Solidari», un
grupo de ayuda a proyectos en el tercer mundo que se creó en el
pueblo.
Las razas autóctonas y los animales exóticos se mezclaban en las inmediaciones de la Plaça de Son Bordoy. Pero los caballos fueron la «estrella» de esta muestra de animales, por la belleza de los ejemplares que se exhibieron.
Varios campaneters presumieron de que la buena organización había sido la clave del éxito de la Fira. Además, aunque hizo muy buen tiempo, la playa no fue suficiente reclamo para perderse esta tradicional fiesta.