Es testigo directo y agitador de las noches de Palma durante el último medio siglo. José Luis Aparicio, cuyo nombre artístico es Aparicio DJ, conocido por algunos como ‘el alcalde de la noche’, está de celebración. Como siempre. Este viernes, a partir de las 19.00 horas, organiza un homenaje a Javier Krahe, por el décimo aniversario de su fallecimiento en Es Cantonet de s’Escorxador, en Palma. un lugar en el que Krahe y Aparicio habían protagonizado sonadas noches de conciertos. De él dice Aparicio que era «normal, cercano, generoso, un buen conversador, atendía a todo el mundo en los conciertos y que ha dejado un gran legado musical».
Pero es que además este mismo mes de julio, Aparicio ha cumplido medio siglo viviendo en Mallorca. «El 1 de julio de 1975 fui destinado a Portopí. Llegué con 19 años de casualidad, venía de la Escuela de Marina de Vigo», recuerda el veterano DJ. Procedente de Madrid, reconoce que «yo no sabía ni que había barcos aquí. Y me encontré con el mejor ambiente del mundo. Mallorca era un paraíso que hizo que regresara, en Madrid el ambiente era muy gris, había mucha crispación por los atentados».
Aparicio se sumerge entonces en una incipiente vida cultural nocturna que le llevó a pinchar en todas las salas que despuntaban en la Isla. «Comenzó a andar el Selva Rock, empezaban los festivales de jazz, de teatro, el de la Mediterrània. Y los grandes grupos de la Movida venían atraídos por la nueva época que estaba viviendo la Isla», afirma DJ Aparicio que, cargado de sorna, recuerda que «podías alquilar un piso a un precio normal».
Llegan los ochenta y comienza a trabajar como DJ en la discoteca. Después en la discoteca Manhattan (que luego se cambió el nombre a Factory) y en el año 2000 se reincorporó al Índigo Jazz Club, durante el 40 aniversario de la sala. Durante diez años dejó la actividad nocturna para dedicarse a la producción radiofónica en emisoras locales y siempre tuvo especial atención por la música latina.
«La vida ha cambiado mucho. En los 70 funcionaban las discotecas en los sótanos. Por ejemplo, estaba la sala Kábala debajo del hotel Almudaina. Y también estaba la sala Morriña, que hacía esquina entre el Passeig Mallorca y Jaume III», recuerda tras rebuscar en su hemeroteca particular.
En los ochenta llegan los primeros disco bares o pubs, «empieza el cambio de Gomila, conocido como Gomila Center» y advierte que «la gente empieza a bailar en los bares. Llegan las galas de tarde a las discotecas, que luego desaparecieron. Y las salas abrían todos los días del año».
Después llegó Internet y ya en los ‘dosmiles’ se intuía el gran cambio que estaba por venir. «La gente dejó de salir, los jóvenes se gastaban el dinero en los móviles Y con las 5.000 pesetas que te costaba Internet te pagabas la fiesta del viernes y el sábado a finales de los ochenta», apunta.
Relación
En su periplo por diferentes salas conoció a Javier Krahe, que llegó a la sala Índigo para actuar durante quince días. «Empezó a venir cada año al Índigo y nuestra relación se estrechó», recuerda. Krahe, el cantautor que hizo de la ironía su emblema, recaló en diferentes recitales en s’Escorxador, en el Castell de Bellver, en el Mar i Terra o en la sala Harlem.
Será la de este viernes una tarde para recordar las canciones de Krahe, dice Aparicio, que recuerda también la presencia en la Isla de otros cantantes y compositores como Joaquín Sabina o Javier Ruibal. Aparicio, que se niega a jubilarse, sigue pinchando a sus 69 años en la plaza del Mercat por Sant Sebastià y ahora entre el público está su nieto.
"Saluditos" als CENSORS d'UH. ENHORABONA. BONA FEINA !!!