Un número indeterminado de personas de diversa procedencia se ha instalado en el interior de la antigua cárcel de Palma, en la carretera de Sóller y a escasos metros del epicentro del territorio del Amanecer. Los okupas residen y resisten en condiciones de insalubridad en muchos casos en el interior de un complejo en ruinas, que aguarda el final de un largo periplo administrativo para ser desalojado y derribado, con un proyecto de vivienda sobre la mesa del Ajuntament de Palma con el que dar un nuevo enfoque y aspecto a un espacio degradado hasta los límites y convertido en un vertedero de todo tipo de residuos que eleva el riesgo de incendio con la llegada del verano.
La presencia de los okupas del defenestrado viejo centro penitenciario por las calles y el perímetro del Amanecer supone un motivo de preocupación para los vecinos de las calles próximas, a ambos lados de la calle Alfons El Magnànim. Se les puede ver entrando y saliendo sin control horario, comprando bebidas alcohólicas en supermercados próximos e incluso en un parque próximo al Conservatorio, donde los indigentes se han instalado, llenándolo de diferentes envases y suciedad ante el malestar de los residentes, que ya de por sí lamentan el estado de ese espacio.
El riesgo de okupación se añade a esa inquietante presencia al otro lado de los muros de la antigua prisión de Palma, de la misma manera que el peligro que supone la escasa altura de las protecciones de las viviendas de la zona del Amanecer, chalets y casas de planta baja o pocos niveles que facilitarían el acceso de posibles ladrones. Ante todo ello, los vecinos han tomado medidas, no siendo nada extraño ver carteles en las fachadas que anuncian que las viviendas están protegidas con sistemas de alarma y seguridad.
Sin una solución definida, la inseguridad que planea sobre el entorno de la vieja cárcel de Palma, a causa de un sector muy señalado de sus inquilinos, se ha erigido en un problema más allá de la presencia propia de los okupas, ya que los incendios en el interior de ese espacio, pero también otros incidentes en el exterior han provocado situaciones de nerviosismo que han elevado la incertidumbre entre quienes se encuentran cerca de ese foco de inseguridad, especialmente los vecinos de Camp Redó, Amanecer o Cas Capiscol.
Uno de los fallos es que lo abandonado perdura. Inmuebles … sucursales bancarias…etc… no le dan continuidad a las cosas. O a renovar y darle otro uso o a demoler. Así se evitaría mucha ocupación e inseguridad, a parte de mejorar la zona.