Santa Catalina tira de archivo fotográfico para evocar sus comercios

El fotógrafo Jaume Gual hace un recorrido por el desaparecido tejido comercial del barrio

Jaume Gual posa delante de una óptica, que fue antes la carbonería de Sant Magí

Jaume Gual posa delante de una óptica, que fue antes la carbonería de Sant Magí | Foto: Miquel Àngel Cañellas

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A Santa Catalina no la reconoce ni su madre. Jaume Gual vuelve a ir con la cámara en ristre, paseando por las mismas calles. Fue un antiguo vecino del barrio y en 1983, apenas un veinteañero, sintió la necesidad de hacerle fotos a los comercios con carteles tradicionales. En aquel momento fue una pulsión a la que no encontraba una explicación. Ahora, 42 años después, sigue el rastro de esas fachadas y, por desgracia, apenas quedan supervivientes en el tejido comercial. Sin querer, la cámara de Gual ha sido testigo de la transformación radical del barrio.

El recorrido empieza en la Plaza Progreso, donde había una peluquería. «Derribaron el edificio completo, que era de estilo tradicional, y en los bajos del inmueble actual está la oficina de correos», cuenta Gual. La antigua panadería Can Felip es ahora la de Son Campos, que recuerda su nombre original. Y en el recordado bar Progreso, abierto hasta 2016, ahora está el restaurante Marui, especializado en sushi. Es el devenir de Santa Catalina. Sobrevive el bar Goa, el más veterano de la plaza.

El bar Progreso cerró. Se convirtió en una barbacoa coreana y ahora alberga un restaurante de sushi.

Gual tiene en la memoria todos los comercios de la zona. «El local del Montepío del Arrabal es ahora el restaurante Patrón Lunares y Confecciones La Fábrica, que cerró en 2013, ahora sirve vinos». La suerte es que en este último establecimiento han mantenido toda la cartelería original.

En la plaza Progreso todavía resiste la Cuchillería Amengual, un negocio tradicional que abrió en 1952, pero en la calle Sindicat. En ese mismo local de Progreso «abrió en 1930 la zapatería La Fuerza del Destino», recuerda Gual. En 1986, la cuchillería se vino a Santa Catalina, en el local vecino de la añorada zapatería que cerró. La cuchillería se pasó a su ubicación actual y aún hoy se acercan los vecinos más ancianos preguntando por los zapatos de La Fuerza del Destino.

Toni Lort, propietario de la cuchillería, se muestra orgulloso del negocio familiar que abrió su padre y que además, por suerte, cuenta con su hijo Ángel Lluc para mantenerlo abierto. «Antes asesorábamos a los clientes, pero ahora la gente busca tu ayuda y luego compra en Internet». Lort reconoce que «si tuviese que pagar un alquiler tendría que cerrar el negocio». El secreto de su supervivencia es afilar cuchillos y no pagar alquiler.

Gual prosigue por el recorrido nostálgico en busca de los antiguos comercios de Santa Catalina. Precisamente este paseo fue una de las propuestas de la edición de Jane’s Walk Palma de este año. El fotógrafo proponía a los participantes ir detrás de esas fotos que hizo a principios de los años 80 para ver qué queda hoy. Y no, no ha sobrevivido prácticamente nada.

«Aquí vendían pollos vivos y huevos. Ahora dan masajes», dice Gual junto a un portal. En la añorada carbonería, en la calle Sant Magí, hay una óptica. Cerca, otro bar. «Como todo, esto es la ostia», se lamenta Gual, que vivió en el barrio de pequeño, en la calle Espartero. Se mantienen la ferretería La Central y la mercería Nadal, desde 1924.

En la primera imagen, el comercio actual. La segunda, la tienda en 1984 con un coche de la época. Fotos: M.À. Cañellas/J.Gual

«Había comercios en cada barrio, en cada manzana. E iban pasando de padres a hijos. Tenían una función social, la de abastecer a la gente del barrio», recuerda Gual. En Santa Catalina, un arrabal humilde que congregaba a los pescadores de la ciudad, había multitud de panaderías. «Ahora hay bares, que no dan servicio a los vecinos. Por eso viene gente de toda Palma, de Mallorca, de toda Europa aquí», se queja el fotógrafo.

La calle Fábrica es, en opinión de Gual, la que ha sufrido el cambio más descomunal. «Había más comercios que no fotografié, jamás me imaginé que se iban a perder todos», señala dolido. Santa Catalina sufrió una oleada de gentrificación en los años 2000, con la sustitución de comercios por hostelería y restauración. Años después irrumpieron los inversores extranjeros, que transformaron el paisanaje del arrabal.

«Santa Catalina era una ciudad dentro de la ciudad. Éramos autosuficientes no necesitábamos más. Hasta que decías ‘me voy a Palma’», que estaba atravesando Sa Faixina. «Nosotros íbamos a ver los juguetes», recuerda. Aquí había un barbero, aquí una peluquería, aquí una tienda de comestibles... Gual recurre a su memoria y muestra su pesar por los sustitutos: bares que sirven tortillas francesas, inmobiliarias y pastelerías suecas han cambiado el paisaje comercial de Santa Catalina. Un barrio conocido como la versión palmesana del Soho de Nueva York y que, según algunos, ha perdido todo su encanto.

16 comentarios

El filósofo granadino El filósofo granadino | Hace 3 meses

Yo me tiré muchos meses en la CALLE FÁBRICA de dia y de noche mientras hacía el servicio militar ahí en la C. Roja. ( Al lado el BAR - Peña Arrabal. ) ¡¡ Que buenos tiempos !!

user Vidal. | Hace 3 meses

Sí, otra vez, pero muchísimas familias no podían alimentar a sus hijos y se acostaban con hambre. Muchos estaban enfermos o tenían polio y otras enfermedades. También hubo violencia, peleas callejeras, borracheras y robos, así que no intenten pintarlo todo de color de rosa. La pobreza y el hambre eran la dieta diaria de la gran mayoría. No era un camino de rosas.

user Rebelde | Hace 3 meses

Vidal.No has entendido nada, los niños eran más felices porque como no habia apenas coches podian jugar a canicas en medio de la calle, o a futbol, haciamos excursiones subiendo la Riera hasta el cementerio, alli nos refrescabamos en un estanque situado en una finca cercana, como no llevabamos ni bañador lo haciamos en pelota viva, a la vuelta ya anochecia y saliamos todo el vecindario a pasar la velada con sillas y mirando la tele del personaje más rico del barrio, que solia ser el propietario de Beba Salud o Miro de los pescados, si habia alguna noticia que habia ocurrido en el barrio nos enterabamos como si se tratase de un pueblo, lo más bonito es que todos nos conociamos y eramos una gran familia, igualito que ahora que nadie se saluda.

user Vidal. | Hace 3 meses

Las 42 sombrillas de Carrer FàbricaLa mala vida consistía en comer alfalfa antes de que el turismo enriqueciera a la mayoría de los lugareños a partir de los años 50, cuando pasaron de montar en burro o en bicicleta a conducir coches de lujo y tener casas de vacaciones. Sí, estoy de acuerdo: la saturación de las islas necesita ser controlada ahora y rápidamente, pero este es un fenómeno mundial. La saturación aquí es el fracaso de VOX/PP y sus financiadores, los hoteleros.

Las 42 sombrillas de Carrer Fàbrica Las 42 sombrillas de Carrer Fàbrica | Hace 3 meses

Vidal.Igual es que solo quieren vivir "medianamente" tranquilos. Pero claro...mal vivimos del turismo.

user Vidal. | Hace 3 meses

Rebelde¿"En la que no había maldad"? Eso definitivamente no es cierto y es fácil de demostrar. La vida sigue y es imposible que Santa Catalina y Mallorca no se hayan convertido en un lugar mucho mejor para vivir y prosperar. Esto es un hecho para la gran mayoría de los habitantes, pero siempre habrá quienes lloren y nunca estarán contentos y siempre buscarán algo de qué quejarse, simplemente por celos o por su propia falta de iniciativa.

user Rebelde | Hace 3 meses

Vidal.No queremos en ningun momento volver a la epoca de los picapiedra, pero lo que nadie puede ignorar que era otra hustoria en la que no habia maldad, y nada estaba inventado era el amanecer de un turismo de masas que todavia no habia despegado,mas adelante todo ha empezado a cambiar y como dice el refran la avaricia rompe el saco, eramos minimamente felices y no necesitabamos tanto para vivir dignamente bien.

user Vidal. | Hace 3 meses

Es curioso que algunos comentarios deseen seguir viviendo en la edad de piedra, en viviendas no habitables y con hambre.

user Mariano J. Mayans | Hace 3 meses

De pasoHas dicho "peninsular", quiero imaginar que querías decir "mallorquín/mallorquina", lo "peninsulares" no son de aquí, son gente venida a las Illes.

Miris on miris, tot són guiris Miris on miris, tot són guiris | Hace 3 meses

De pasoI mallorquins, ben pocs

user Rebelde | Hace 3 meses

En este barrio habia una tienda de comestibles donde mi abuelo cada semana compraba la alfalfa para la yegua y en su carro como si se tratase de una furgoneta y tambien todos los comestibles para su colmado de la calle San Jaime, era un barrio tranquilo donde sus vecinos sacaban sus sillas en la calle y hacian la fresca, uno de los mas potentados sacaba la tele en el balcon y toda la vecindad, eran otros tiempos con la unica diferencia el mundo trascurria mas lentamente y sin sobresaltos.

Las 42 sombrillas de Carrer Fàbrica Las 42 sombrillas de Carrer Fàbrica | Hace 3 meses

Lo único que hace la restauración es dar por c..lo a los vecinos y no dejarnos ni poder pasear con las terrazas de los co..nes.

user Mar | Hace 3 meses

De pasoNo hace falta diez años más, ya se nota y se ve ahora. Latinos y marroquíes nos superan.

user Mar | Hace 3 meses

Y Quien vendió esos locales a quien??? Mallorca se ha vendido y ha perdido todo su encanto. Ya no queda nada de la bonita ciudad de antaño.

user Toñitos | Hace 3 meses

Imagino que este fotógrafo sigue revelando sus fotos en un laboratorio, no? Según él, los cambios son malos. Y la gente es tonta: paga por vivir en un sitio "sin encanto".

user De paso | Hace 3 meses

En 10 años no quedará ni un penínsular en santa catalina.

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