El aparcamiento de las piscinas de Son Hugo, en la periferia de Palma, se ha convertido en uno de los epicentros, un foco de atención para quienes se han visto obligados a vivir en una caravana o llevar la casa a cuestas en su autocaravana. La polémica ordenanza cívica que planteó Cort les puso en el ojo del huracán, apagándose el incendio posteriormente, aunque la presencia de estos vehículos y sus ocupantes sigue acompañando a los usuarios de la instalación de referencia de la natación en la Isla y en España.
Pero de un tiempo a esta parte, el número de vehículos allí estacionados ha menguado. Junto a Son Güells o Ciutat Jardí, el párking de Son Hugo ha sido el punto de reunión de estos ciudadanos abocados a este modo de vida a causa de la emergencia habitacional y el elevado precio de la vivienda en Mallorca, pero de manera especial en la capital.
Allí, tiempo atrás cundió la preocupación por la aparición de un fenómeno que llamó la atención de los caravanistas: el de la okupación de estos vehículos aprovechando la marcha temporal de sus ocupantes a sus países de origen una vez acabada la temporada alta. De ahí, que se extremarán las precauciones y las medidas de vigilancia entre los caravanistas, que ante la amenaza de la ordenanza cívica de Palma y por motivos laborales, optaron por salir de allí.
Pero entre los vecinos de las zonas próximas, donde han llegado para instalarse algunas de esas caravanas (Son Oliva, Son Ferragut...) ha cundido de nuevo la preocupación. Además de entre los propios caravanistas, que preguntados por ello esquivan el tema con reservas, aunque para algunos no es un asunto nuevo y les resulta familiar la mención.
Algunos usuarios han alertado de la existencia de una red o mafia que se dedicaría a controlar los espacios de aparcamiento para caravanas en el espacio de Son Hugo, cobrando por estacionar allí esos vehículos en plazas libres. Una medida que habría ayudado y empujado a la vez a algunos de los residentes a cambiar de aires e incluso hacerlo a pocos metros más allá, en Son Ferragut y en las proximidades de una zona residencial y un polideportivo próximos a las piscinas.
Pese a que sigue existiendo un núcleo importante de vehículos allí estacionados, este tipo de prácticas, al igual que la okupación de las caravanas, generan inquietud entre los residentes en estos aparcamientos y calles convertidos en residencias improvisadas para estos ciudadanos que reclaman espacios adaptados a estos vehículos y las necesidades de sus usuarios, con el fin de evitar que zonas no habilitadas a tal efecto acaben haciendo las funciones de punto de encuentro de caravanas y autocaravanas.
De pasoLos que vienen de afuera son más fuertes, mas violentos y están unidos. Triunfan en un país de cobardes donde cada uno mira solo por lo suyo, sin unión. Nos comen con patatas