Es un problema que los vecinos de Las Maravillas llevan años denunciando, «unos diez o doce, más o menos», asegura Miquel Cañellas, presidente de la asociación de vecinos de esa zona de Palma. Una preocupación que crece cuando llueve y lo hace con fuerza, momento en el que desde una estación de impulsión de Emaya ubicada en la calle del Violer salen ingentes cantidades de aguas residuales y suciedad que desembocan en un cruce de caminos, junto a varias viviendas, huertos e incluso un conocido restaurante.
«Cuando llueve, esto se inunda, sale el agua y corre por la calle cuesta abajo. Y son aguas fecales que generan malos olores y los vecinos están cansados, porque todo viene desde una estación de Emaya. Nos hemos quejado, pero nadie hace nada y han pasado muchos años», explica el dirigente vecinal, que denuncia, además de malos olores, la presencia de ratas cuando esto ocurre.
«Es lo único de lo que nos podemos quejar de Emaya, los demás servicios funcionan perfectamente», añade Cañellas, que recuerda que, más allá de fuertes precipitaciones en verano, las recientes acaecidas en Mallorca han vuelto a encender las alarmas y calentar los ánimos por el caudal de agua que se deposita en esa zona y la anega, generando problemas a los vecinos para poder acceder.
Esperan que Emaya y el Ajuntament de Palma tomen nota al respecto para solucionar una problemática enquistada y que «volveremos a sufrir cuando vuelva a llover», lamentan los vecinos cansados de esperar, viendo como el terreno ha se ha moldeado al cauce del agua, haciéndolo impracticable y complicando su uso agrario.