50 años de ensaimadas, pan moreno y elaboración artesanal

La Pastisseria Real, situada en Pere Garau, cumple medio siglo de vida desde que se abrió en mayo de 1974

50 años de ensaimadas, pan moreno y elaboración artesanal

Toni y Jaume Gelabert | Foto: J. Morey

| Palma |

Jaume Gelabert proviene de una larga estirpe de panaderos, su padre, abuelo y tres tíos lo eran. «Mi familia montó la fábrica de galletas Gelabert de Llubí, que ahora está en Porreras. Mi padre se la vendió a los hermanos Rosselló y nos vinimos a Palma», explica Jaume. Así nació la Pastisseria Real, situada en Pere Garau, que este año cumple 50 años desde que se abrió en mayo de 1974.

Una año después de instalarse en la ciudad, en 1975, su padre falleció y él pasó a llevar el negocio, con 14 años, junto con su madre y hermana. Desde entonces esta panadería de barrio ha ido ganando fama y cosechando reconocimientos. En 2018 ganó el premio al ‘Mejor pa moreno de Mallorca’ en el certamen de la Fira de Maig de Campos. En 2019, consiguió otra distinción: ser una de las 80 mejores panaderías de España, entrando en la selecta lista de ‘Maestros Panatics’.

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En las paredes del local se pueden ver colgados con mucho orgullo los documentos que certifican los galardones, así como la carta de artesano de Jaume: «También tengo la de maestro artesano, pero no he ido a buscar el papel», bromea. En Palma sobreviven aún varios panaderos artesanos como Jaume, pero «cada vez somos menos, la gente se jubila y los jóvenes no quieren seguir», lamenta. Este no es su caso, ya que su hijo Toni, trabaja con él en la panadería y su padre le anima a que continúe el día de mañana.

Al preguntar a Toni si quiere tomar el relevo duda: «Depende», dice. «A mi me gusta mucho trabajar en la panadería, pero es muy esclavo», añade. Y es que, para preparar sus exquisitas panades, cocarrois, ensaimadas, panes y demás productos Jaume abre el obrador a las cuatro y diez de la mañana y trabaja junto a Toni y cuatro empleados más hasta el medio día.

Un trabajo duro que tiene su recompensa, pues el goteo de clientes que entra a comprar es constante y la panadería es conocida fuera del barrio: «Viene gente de Santa Ponça, Portals Nous, de otros barrios como Son Ferriol, El Vivero o El Rafal; e incluso de algún pueblo como Montuïri o Manacor». En muchas ocasiones viene a encargar una ensaimada, ya que las hacen «de lo que sea»: «Hoy me han pedido dos de cheesecake», asegura Jaume.

3 comentarios

user El otro | Hace 8 meses

Y llegó el Sr. Muller y le ofreció 1 millón de Euros y se acabó la tradición panadera. Suma y sigue

user El otro | Hace 8 meses

A ver lo que tarda en convertirse en una inmobiliaria de algún europeo ????

ma non troppo ma non troppo | Hace 8 meses

Larga vida a estos señores. Sin ellos, sin su sacrificio todo sería congelado, enlatado y embotellado. O sea, prefabricación pura cargada de las cosas más raras. Enhorabuena.

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