«Después de más de 27 años con vosotros, ha llegado el momento de despedirnos. Ha sido un auténtico placer poder acercaros los fantásticos productos que se elaboran en nuestras islas, y al tiempo nos sentimos muy satisfechos de haber podido aportar nuestro granito de arena para apoyar a los productores locales». De esta manera, ha informado la propiedad de la tienda de productos artesanales Son Vivot de Palma de su inminente cierre, aunque no ha especificado la fecha concreta.
Desde 1997, este emblemático comercio palmesano, ubicado en la plaza de la Porta pintada, vende los bocados más exquisitos de la gastronomía balear: sobrassada de porc negre, olives trencades, flor de sal, carquinyols de Menorca, sospiros de Manacor, confituras de todos los gustos o peix sec de Formentera son algunas de las exquisiteces que se pueden encontrar. A partir de este martes 2 de abril comenzarán la liquidación total del stock.
Finalizan su despedida, asegurando que «nos hemos sentido un poco parte de vuestras familias y empresas al escogernos para preparar todos esos regalos de Navidad, año tras año. Nos sentimos muy honrados y agradecidos por ello».
Orígenes
Antonio Abad fue el fundador de Son Vivot. Su trayectoria empresarial se remonta al año 1954, cuando empezó como distribuidor de productos de alimentación. En aquellos tiempos «solo había tiendas y pequeños colmados», recordó Miguel Mulet, administrador y mano derecha del fundador en una entrevista concedida a Ultima Hora en 2017. «En el año 1980 abrió el Minimax junto con otros socios, una de las primeras grandes superficies que hubo en Palma, en la calle Aragón. Como propietario, Antonio fue un pionero en muchos sentidos, entonces ya mostró un gran interés por la fabricación autóctona y promocionaba los productos de aquí, lo que no era habitual en aquella época. Pasaron los años y con la entrada de tantas grandes superficies, decidió vender el Minimax y el 2 de enero de 1997 abrió Son Vivot, una tienda con un nuevo concepto, ya que vendía productos autóctonos de gran calidad y también nacionales o internacionales», recuerda Mulet.
La tienda conserva el aspecto rústico con el que empezó, ya que la filosofía era dar la imagen de tradicional. Tiene una gran presencia del ladrillo y la madera y está vestida con enfilois de tomates de ramellet, de guindillas y de ajos, y sobrasadas colgando de las vigas. El nombre de Son Vivot no responde a ningún motivo particular, sino que lo consideraron «un nombre muy mallorquín».
Con la jubilación de Antonio, sus hijas Elena y Marga tomaron las riendas de la empresa, un relevo que les cogió en medio de la crisis económica. «Fue en 2009 cuando cogimos la dirección de la empresa y, aunque sufrimos la crisis como todos los negocios, llegamos con nuevas ideas para impulsar el negocio y fue también una oportunidad. Eso sí, la base del negocio siempre ha sido la misma», recordaba Elena Abad en la entrevista concedida a Ultima Hora en 2017. «Empezamos a hacer bocadillos, que ha sido todo un éxito, también renovamos nuestra imagen corporativa y la web, cambiamos el horario de la tienda y ya no cerramos a mediodía, y también lanzamos la tarjeta de cliente gratuita ‘+ Bo', para tener un detalle con el cliente local y mediante la cual obtienen ventajas y promociones», explicó.