La frontera de una ciudad no la marcan los puntos cardinales. A veces es la desigualdad económica la que crea una barrera que dificulta aún más el acceso, literal y figurado. Entre el barrio de Nou Llevant y Jaume III distan más de tres kilómetros de distancia, digamos que unos 30 minutos andando a buen paso y una brecha de más de 20.000 euros de renta media entre los residentes de una y otra zona.
Pero esta visible desigualdad económica parece convertirse también en una desigualdad social hasta en la limpieza de sus calles. Un buen ejemplo nos lo ofrece Alejandro Sarmiento, tesorero de la asociación de vecinos Nou Llevant, cuando se queja de la falta de limpieza y mantenimiento de las calles de esta barriada, en la que reside desde hace 42 años: «Resulta curioso que las máquinas barredoras que recorren diariamente la zona centro de Palma se aparcan en un solar de nuestro barrio. Son los mismos recursos que nunca se utilizarán para limpiar nuestras calles. Es un detalle nimio, pero te deja claro en qué posición estamos los vecinos de Nou Llevant», apuntilla.
Cualquier palmesano ha escuchado o ha dicho alguna vez la famosa frase ‘Palma es una ciudad muy sucia'. ¿Es cierto o se ha convertido en una frase hecha? Otra frase más que se repite machaconamente cuando se habla de la limpieza: la zona centro, con más paso de turistas, está muy limpia, mientras que las barriadas periféricas están abandonadas a las manos de dios. ¿Emaya centra sus esfuerzos en las postales de ensueño que circulan por todo el mundo y se olvida de los residentes? ¿Hay barrios de primera y de segunda? Iniciamos un pequeño paseo por un par de barrios al margen de los recorridos turísticos habituales. ¿La diferencia en la limpieza es abismal? Juzguen ustedes mismos.
La foto oficial que no verás
Una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de 2019 sacó los colores a la capital palmesana en uno de esos rankings en el que nadie quiere aparecer: el de las ciudades mas sucias del país. Pasen y vean. Teniendo en cuenta diversos parámetros tales como el tipo de gestión, el presupuesto por habitante y los recursos empleados en contraste con la satisfacción que los vecinos tienen con la gestión de la limpieza, Palma llegó a ocupar el quinto puesto en este ranking, solo por detrás de Alcalá de Henares, Cuenca, Jaén y Alicante.
Conociendo la preocupación y la sensibilidad de la gente por la limpieza en tiempos de pandemia, hemos querido conocer cuáles son los barrios que más suciedad acumulan. Emaya, por ejemplo, la empresa municipal de aguas y alcantarillado, encargada de la limpieza de Ciutat, maneja estudios internos que muestran la necesidad de intensificar la limpieza en algunas barriadas, pero al no poder acceder a estos datos, hemos acudido a las quejas vecinales interpuestas en la Oficina del Defensor del ciudadano –ver mapa de las denuncias–; aunque desde esta entidad piden que «cojamos con alfileres» estos datos porque, dependiendo de la barriada, sus vecinos están más o menos inmersos en la vida del barrio, sus necesidades y carencias. Por eso, les sorprenderán las quejas en según qué zonas.
Para Joan Frontera, presidente de la Federació d'Associacions de Veïnats de Palma, «las quejas sobre la limpieza en nuestra ciudad son persistentes en el tiempo, y parece que no se solucionan», dice, al tiempo que se sorprende «porque estando en la tercera ola de la pandemia, Emaya no haya vuelto a pulverizar las calles con lejía, como hacía durante el confinamiento».
Los solares de Nou Llevant
«Muchacho, aquí hay un topo. ¿Cómo puede ser que quedemos hoy –miércoles– para mostrarte cómo está de sucia la barriada y tengamos hasta tres barredoras recorriendo las calles?», nos dice Teresa Matos, vicepresidenta de la asociación de vecinos de Nou Llevant, mientras se aproxima a nuestro punto de encuentro.
Esta popular barriada, que nació de la nada en la década de los 70 con la llegada masiva de inmigrantes de la Península, es una de las más extensas de Ciutat, pero no de las más pobladas, con decenas de solares abandonados y sin construir, aunque estén a un paso del mar. Pero el canibalismo insaciable de la construcción ha puesto sus ojos en esta zona de Palma y en los últimos dos años han comenzado a construirse un puñado de viviendas dirigidas a compradores con un nivel adquisitivo alto.
«Quizá sea el principio del cambio del barrio», comenta María Cruz, secretaria de la asociación de vecinos, mientras recorremos calles con adoquines levantados, bolsas aquí y allá, papeles... y que se intensifica en cuanto nos alejamos de las zonas urbanizadas para encontrarnos con un panorama dantesco: enseres abandonados, cámaras frigoríficas de bares, bidones, muebles inservibles, toneladas de basura amontonada sin orden y concierto.... «Mira, hasta aquí no han llegado», agrega con sorna Teresa Matos, mientras que su compañera en la entidad vecinal, María Cruz, enumera las carencias de la barriada: «Falta personal y medios para limpiar, más papeleras y mejoras en los contenedores. Pero, sobre todo, hace falta más orden y vigilancia. No puede ser que nuestras calles se conviertan en el cementerio de coches de Palma y en la escombrera de todos y que no pase nada», denuncia indignada.
Son Rapinya
Los vecinos de Son Rapinya, por ejemplo, también han levantado la voz sobre los problemas de limpieza en la barriada, especialmente en las calles más estrechas, en la zona más antigua del barrio, donde los camiones no pueden acceder: «No somos el barrio más sucio, ni mucho menos, pero faltan contenedores y creemos que la limpieza se está relajando», señala Marisa Bonache, presidenta de esta asociación vecinal, al tiempo que pide a todo el mundo más civismo: «Emaya tiene que esforzarse más, pero también los vecinos. ¿Si sabes que los trastos no se dejan en la isla de contenedores, por qué la gente lo sigue haciendo?, se pregunta Bonache.