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Cinco arqueólogos de Baleares abren la primera fosa de víctimas civiles de la Guerra Civil en Madrid

Buscan los restos de 108 personas fusiladas en Colmenar

Exhumación fosa Guerra Civil cementerio de el Colmenar en Madrid. | Álvaro Minguito

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Almudena García-Rubio, Jaume Servera, Nicolau Escamilla, Pablo Galera y Juanjo Marí (todos ellos miembros de la delegación balear de Aranzadi) trabajan desde el lunes 22 de agosto en la primera búsqueda de restos de víctimas civiles de la Guerra Civil en una fosa de la comunidad autónoma de Madrid. El equipo dirigido por Almudena García-Rubio, cuenta además con la madrileña Candela Martínez (Aranzadi), cuatro estudiantes voluntarios y varios miembros del Equipo A de Arqueología, que han cedido además de su trabajo muchas herramientas para realizar esta labor. Trabajan intensamente par localizar los cuerpos de 108 personas fusiladas en Colmenar tras ser sometidas a un consejo de guerra en 1939.

Es un proyecto de la agrupación de siete ayuntamientos, liderada por San Sebastián de los Reyes y cuenta con una subvención de 22.900 euros concedida por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. Esta cantidad es insuficiente para cubrir los gastos de la apertura de las dos fosas que (según la documentación existente) hay en cementerio por lo que Carmen Carreras, secretaria de la Asociación de la Comisión de Verdad de San Sebastián de los Reyes avisa de que «Tendremos que acudir a convocatoria posteriores para concluirlo».

La delegación de Baleares (con sobrada experiencia en la búsqueda de víctimas de la Guerra Civil en las Islas) se ha desplazado expresamente a Madrid para hacerse cargo del trabajo. Las excavaciones comenzaron este lunes y este miércoles 24 de agosto «ya hay indicios de que hemos dado con las personas que buscamos», dice Almudena García-Rubio, directora de la excavación. «Estamos muy contentos porque hemos encontrado tres zanjas (identificadas por distintos colores) y dentro de una de ellas en el interior de un ataúd los restos de un individuo joven con claros traumas perimorten. Eso nos hace estar más tranquilos, porque parece que hemos dado con ellos» dice la arqueóloga.

Desde que comenzaron los trabajos en el cementerio de Colmenar (tal y como ocurrió en la fosa de Porreres) ha ido en aumento el número de personas que se acercan al lugar para dar datos sobre familiares y entregar (en caso de tener parientes en la fosa) muestras de saliva para cotejar el ADN e identificar los restos, si son finalmente localizados. «Sabemos que hay 108 que fueron sometidos a un consejo de Guerra y al menos 17 familias que los buscan. El proceso ha sido largo y complicado porque para obtener la subvención tenía que pedirla la agrupación de ayuntamientos de San Sebastián de los Reyes. Al principio fue difícil pero al final los siete pueblos de la agrupación firmaron para que se abra», dice la secretaria de la entidad memorialista de San Sebastián de los Reyes. Entre los parientes que esperan localizar a sus familiares queda solo un familiar de primera generación, la hija de uno de los fusilados. «Teníamos otra, pero justo murió hace un mes, sí que hay muchos nietos y bisnietos», concluye Carreras.

La directora de la excavaciones Almudena García-Rubio explica que, desde que se abrió la fosa de Porerres en el año 2016, la delegación de Aranzadi en Baleares «ha formado un buen equipo, gente con mucho compromiso con la causa que llevamos rodando juntos también este último año y que trabaja con veracidad y engranaje». De ahí, explica la arqueóloga, que cuando la Comisión de Verdad de San Sebastián de los Reyes contactó con Aranzadi, García-Rubio propuso llevar a todo el equipo de Baleares. «Antes de venir hemos realizado un trabajo previo que ha durado unos dos años, de búsqueda de documentación y visita al cementerio que nos llevó a concluir que se trataba de una fosa viable para excavar», concluye la directora de la intervención.

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