Todos los grupos parlamentarios menos Vox han mostrado este miércoles en el Congreso su apoyo a una proposición no de ley para que se prohíban las terapias de conversión de la orientación sexual y se sancione a las organizaciones que siguen ofreciendo tratamientos para «curar» a los homosexuales.
La iniciativa, presentada por Ciudadanos y debatida en la Comisión de Igualdad, ha recibido el apoyo de la mayoría de los portavoces, aunque Vox se ha desmarcado apelando a la libertad.
La portavoz de Ciudadanos, Sara Giménez, ha puesto de manifiesto que, a pesar de los avances en la lucha por la igualdad de lesbianas, gais, transexuales bisexuales e intersexuales, solo cuatro comunidades autónomas prohíben con sanciones estas terapias de «aversión, conversión o contracondicionamiento de la orientación sexual o de la identidad o expresión de género": Madrid, Andalucía, Aragón y la Comunidad Valenciana.
Sanciones que se han usado poco, ha alertado recordando la de 45.000 euros impuesta el año pasado en Madrid a una clínica que ofrecía curar la homosexualidad.
Desde el PSOE, Lázaro Azorín ha mostrado su apoyo a la iniciativa para acabar con terapias «inmundas», pero no sin reprochar a Ciudadanos que en la ciudad de Murcia se concediera una subvención de 8.500 euros a la asociación Mater Familiae, que ofrece entre sus actividades «orientación familiar» para «atender casos de desviación de la conducta sexual».
La portavoz del PP, Teresa Giménez Becerril, también se ha sumado a la propuesta para acabar con grupos que siguen creyendo que la homosexualidad «es una anomalía que puede ser curada» o una «desviación» y ha hecho un llamamiento a prestar especial atención a menores y adolescentes, especialmente vulnerables a este tipo de prácticas «abominables».
Sólo Vox se ha distanciado del consenso, recordando que, además de la igualdad ante la ley, sin discriminación, la Constitución ampara la libertad de los españoles: «Dejen de meterse en nuestras camas», ha pedido Macarena Olona.
Tras atacar a Ciudadanos por «suplicar» al colectivo LGTBI que les acepte, ha considerado innecesaria su iniciativa porque «la homosexualidad no es una enfermedad». Apoyar la iniciativa, ha añadido, supondría «prohibir que los homosexuales acudan a terapia» para encontrar la identidad «que todos tenemos como personas y que formamos a través de un proceso biológico».