Con el atentado en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas, del que hoy se cumple un año, ETA rompió el alto el fuego que mantenía desde el 24 de marzo de 2006 y puso fin una vez más a las esperanzas de paz en España. La banda terrorista, que no mataba desde el 30 de mayo de 2003, cuando un coche-bomba acabó con la vida de dos policías nacionales en Sangüesa (Navarra), reapareció asesinando a dos inmigrantes, los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, de 35 y 19 años, respectivamente, sorprendidos por la enorme explosión que destruyó casi por completo el módulo D del aparcamiento de la T-4.
El aviso se recibió a las 08.10 horas, momento en el que la Policía comenzó a desalojar los 309.000 metros cuadrados de aparcamiento, distribuidos en seis módulos de cinco plantas cada uno, y a buscar la furgoneta con la carga explosiva, que no fue localizada hasta 37 minutos después, ya que los terroristas habían facilitado «bailados» los números de la matrícula.
No hubo tiempo de intentar desactivar la bomba, porque quedaban sólo diez minutos para la hora fijada para la explosión, que causó daños por valor de 30 millones de euros en el aparcamiento y de 4'5 millones en la terminal y en las pasarelas que comunicaban ambos edificios. La satisfacción de los agentes que habían participado en la evacuación se vio ensombrecida poco después, cuando los familiares de Palate y Estacio, que se habían quedado a dormir en sus vehículos mientras aterrizaban las personas a las que habían ido a recoger, comunicaron que éstos estaban desaparecidos.
La búsqueda de los cuerpos, sepultados bajo toneladas de escombros, se prolongó hasta el 6 de enero, cuando fue recuperado el cadáver de Estacio, mientras que el de Palate había sido sacado de las ruinas del aparcamiento en la madrugada del día 4. Un año después del atentado, los autores materiales del mismo no han sido aún identificados, según fuentes jurídicas consultadas en la Audiencia Nacional -donde el juez Santiago Pedraz dirige las investigaciones-, aunque sí ha sido desarticulado el considerado «núcleo central» del comando que lo perpetró.