Ningún coche volverá a ocupar las plazas 403 y 614 del módulo D del aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas que ayer se reabrió al público tras el atentado que ETA cometió el pasado 30 de diciembre. En ellas estaban las dos víctimas de este atentado con el que, en la práctica, ETA puso fin a la tregua que luego rompió formalmente meses después.
Los dos ciudadanos ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio dejaron sus vidas allí, en esas dos plazas de garaje, una en la planta baja y otra en la primera, les recordaran sendos monolitos que cuentan con una placa con su nombre. 'En recuerdo de Diego Armando Estacio', reza la placa del monolito de piedra blanca ubicado en la plaza de aparcamiento número 614 del primer piso del módulo D, una inscripción idéntica a la que se encuentra en la plaza 403 de la planta baja.
«Las dos plazas en las que se encontraron los cuerpos se van a conservar, sin utilizarse, en memoria de las víctimas del atentado», afirmó la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, durante el discurso inaugural.
En su intervención, la Ministra de Fomento, que estuvo acompañada por otras autoridades como la delegada de Gobierno, Soledad Mestre; del diputado Rafael Simancas; del secretario general del PSM, Tomás Gómez, y del presidente de ACS, Florentino Pérez, el presidente de la empresa encargada de la reconstrucción, señaló que el «trágico» atentado de la T4 «sumió a los madrileños y a toda la ciudadanía en un profundo dolor» truncó las vidas «llenas de esperanza y de ilusión por conseguir un futuro mejor» de Palate y Estacio.
Alvarez destacó que se vuelve a poner el módulo «con su infraestructura y servicios completamente reestablecidos y con los presuntos autores del atentado en la cárcel». «Los demócratas saben reaccionar frente al infortunio con la firmeza y la determinación de ir siempre hacia adelante construyendo su propio futuro», afirmó.
Las obras de reparación del módulo D, que quedo destruido prácticamente en su totalidad por la furgoneta bomba de ETA, han durado seis meses, a partir del 15 de marzo cuando terminaron los trabajos de desescombro y demolición, y ha contado con un presupuesto de 30 millones de euros.
En total, han sido prácticamente ocho meses en los que cerca de 20 personas han trabajado para reconstruir 50.000 metros cuadrados entre los módulo D y C y retirar 30.000 toneladas de escombros. Además, se han empleado 1'5 millones de acero y 30.000 toneladas de hormigón.