Los mandos de la Guardia Civil que declararon ayer ante la comisión del 11-M dejaron claro que el Cuerpo no participó, en ningún caso, en una conspiración política y consideraron esta posibilidad como «una insidia propia de mentes enfermizas». Eso sí, admitieron conductas erróneas e incluso negligentes en la investigación. El teniente coronel José Antonio Rodríguez Bolinaga aseguró que la cinta del confidente 'Lavandero', que alertó a la Policía además de a la Guardia Civil, no tenía valor policial ni judicial. El general de Brigada Pedro Laguna dijo que se enteró por la prensa de la existencia de esta cinta. Y el coronel Luis Antonio Búrdalo de Fuentes aseguró que el agente Jesús Campillo, que transcribió la cinta, no incluyó ninguna referencia sobre la fabricación de artefactos explosivos con teléfonos móviles.
La declaración de los tres mandos de la Guardia Civil dejó algunos aspectos de autocrítica. Bolinaga, el único cesado por este asunto hasta el momento, aseguró que hubo descoordinación entre el Instituto Armado y la Policía en la investigación de la trama asturiana de robo y venta de los explosivos utilizados el 11-M. En todo caso, no ve el «desastre» que admitió Ignacio Astarloa, entonces secretario de Estado de Seguridad, ya que sólo dos personas (los confidentes 'Lavandero' y 'Nayo') vinculaban a Emilio Suárez Trashorras y Antonio Toro con la venta clandestina de dinamita.
El coronel Búrdalo admitió que se han ocultado pruebas a los jueces, aunque sin intencionalidad de hacerlo. «Veo más alguna conducto poco ortodoxa e incluso negligente», dijo.Y Pedro Laguna dijo respetar el juicio de Astarloa. «Pero no estoy de acuerdo, porque allí donde hubo información se investigó. Pero si él era el responsable de la seguridad del Estado, podía haber tomado alguna medida», dijo. Además, dijo con voz entrecortada y visiblemente emocionado que los mandos de la Guardia Civil no han formado parte «de esa maquinaria de una conspiración política».