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Ifema se convierte en una improvisada morgue donde se identifican los cadáveres

OTR/PRESS/EFEMADRID
El Pabellón 6 del Recinto Ferial Juan Carlos I de Madrid se convirtió ayer en una improvisaba morgue donde se han trasladado los cuerpos sin vida de los casi 200 fallecidos en la masacre terrorista. En el pabellón de la capital de España se mezclaban forenses, psicólogos, psiquiatras y sacerdotes junto con familiares de las víctimas que pasaban por el doloroso trance de tener que identificar los cadáveres, en algunos caos irreconocibles.

El recinto de Ifema se transformó en un depósito de cadáveres donde se realiza el reconocimiento de las víctimas de los atentados por parte de sus familiares, que comenzaron a llegar de forma continua al pabellón madrileño en torno a las dos de la tarde. El procedimiento a seguir en estos casos es que, tras decretar el juez la muerte de la víctima en el lugar de los hechos, el cadáver se traslada a Ifema, donde el familiar lo reconoce para posteriormente trasladarlo al Instituto Anatómico Forense. Los primeros cadáveres llegaron a Ifema en torno a las tres de la tarde, donde se encontraban numerosos agentes de la policía científica para proceder a su identificación, así como forenses para la realización de las autopsias. Numerosos forenses adscritos a la Comunidad de Madrid han sido movilizados por la Consejería de Justicia e Interior para que acudan a realizar las identificaciones y autopsias de los cadáveres.

Un total de 70 forenses se encuentran en el Recinto Ferial de IFEMA para trabajar en la identificación de los cadáveres de las víctimas mortales de los tres atentados terroristas que sacudieron esta mañana Madrid, según informaron fuentes del SAMUR.

Los cadáveres de las víctimas mortales empezaban a llegar al recinto en torno a las 15,00 horas. También se encontraban en el Recinto Ferial un centenar de psicólogos para atender a los familiares. Cientos de familiares de las víctimas se han acercado al pabellón sexto de Ifema, en el Parque Ferial Juan Carlos I, para buscar e identificar a sus allegados en un ambiente en el que se mezclan el dolor y el desconcierto.

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