Los dos etarras detenidos el martes en Madrid y San Sebastián transportaban en su vehículo 130 kilogramos de explosivo con los que pretendían llevar a cabo una serie de «atentados en cadena» en la tarde-noche del próximo día 31 en varios centros comerciales de la capital. El dato se conoció el mismo día en que, entre grandes muestras de dolor, se celebraba el funeral por el guardia civil asesinado. Así lo anunció anoche el ministro del Interior, Angel Acebes, quien reveló que Gotzon Aranburu Sudupe y Jesús María Etxeberria Garaikoetxea llegaron a Madrid el pasado día 4, veinticuatro horas después de perpetrar un atentado con coche-bomba en un aparcamiento subterráneo de Santander.
Según los datos aportados por Etxeberria en su declaración policial, cuando fueron sorprendidos por la Guardia Civil en la A-6 a la altura de Collado Villalba acababan de montar en una zona de campo próxima a esa localidad varios artefactos explosivos en su vehículo, el mayor de los cuales contenía una carga de 90 kilogramos. Acebes dio algunos detalles de la investigación y de la declaración prestada por el etarra detenido en San Sebastián, quien ha reconocido que él y su compañero de comando entraron desde Francia para dirigirse a Santander, donde el pasado día 3 cometieron un atentado con coche-bomba. A continuación, se trasladaron a Madrid, a donde llegaron el día 4 y se alojaron en una habitación de un piso alquilado, lo que según el ministro indica que ETA no disponía «de una infraestructura previa» en la capital. El titular de Interior prosiguió su relato diciendo que, «hace pocos días», los terroristas «recibieron un vehículo desde Francia con el explosivo», «alguien bajó a traer el coche», -precisó- y que ayer, «en alguna zona próxima a donde fueron detenidos», montaron los 130 kilos de explosivo repartidos en varios paquetes.Con estas acciones -de las que aún se desconoce si los etarras iban o no a dar aviso previo- la organización terrorista «quería hacerse presente mediante una actuación que tuviese unas grandes dimensiones y, por tanto, una gran repercusión, que generase alarma, sufrimiento, dolor y terror». La familia del guardia civil Antonio Molina, asesinado en la localidad madrileña de Collado Villalba por ETA, pidió ayer a la Justicia que actúe contra los terroristas y llegó a culpar de la muerte del joven a la juez que concedió la libertad al etarra asesino.