El presidente del Gobierno, José María Aznar, propuso asumir con naturalidad este tipo de actos y añadió que hacer de ello un problema es «ridículo, grotesco y absurdo», y propio de «gente acomplejada» que debería «avergonzarse» de sus críticas. Aznar explicó que se trata de una iniciativa del Ayuntamiento de Madrid, expresó su orgullo por la bandera española y se mostró convencido de que ese sentimiento es compartido por la mayoría de los españoles.
En la misma línea se expresaron el ministro de Justicia, José María Michavila, y el vicepresidente Mariano Rajoy, quien consideró «sorprendentes» las críticas que el día anterior realizó el portavoz parlamentario socialista, Jesús Caldera, para quien este tipo de actos pueden herir las sensibilidades de algunas autonomías. El líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, abogó por zanjar la polémica porque, según dijo, no conviene hacer un debate sobre algo «que es de todos», aunque lamentó que el Gobierno no consultara antes con la oposición esta iniciativa.
Al jefe de la oposición le parece «bien» que la bandera ondee en la madrileña plaza de Colón, pero entiende que el Ejecutivo debe tener en cuenta que la decisión de rendirle homenaje una vez al mes en ese lugar «no ha tenido el concurso ni la comunicación al resto de las fuerzas políticas». A pesar de los deseos de Zapatero por zanjar la polémica, el primer secretario del PSC, José Montilla, aseguró que el homenaje impulsado por el Gobierno supone un «retorno al patrioterismo rancio y mesetario» por parte del Ejecutivo.