El ministro portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, aseguró ayer que el partido nacionalista no es capaz de resolver los problemas del País Vasco, algo que sí harán PP y PSOE, que representan el cambio que quiere la sociedad vasca. La sociedad vasca, añadió, tiene la sensación de que ha llegado la hora del cambio en el Gobierno vasco.
Las de Cabanillas no fueron las únicas críticas que escuchó ayer el PNV. El candidato a lehendakari del PSE, Nicolás Redondo Terreros, quiso replicar al presidente del PNV, Xabier Arzalluz, asegurando que una derrota del nacionalismo el 13 de mayo «no significa que retrocedamos en términos autonómicos, ni en las señas de identidad de nuestro país, ni que desaparezca la Policía Autónoma, ni que disminuyan las capacidades de estudiar en euskera que tenemos ahora». «Simplemente se habrá dado un cambio democrático y normal en el País Vasco», dijo.
Redondo Terreros no se mostró sorprendido por las palabras de Arzalluz, que «hace menos de un año ya dijo que la sociedad vasca no tiene cabida en ninguna Constitución española». Al igual que Cabanillas cree que el cambio en el Gobierno es factible y necesario, y recordó que el PSOE ya estuvo trece años en el Ejecutivo central, después llegó el PP y no pasó nada. «El PP está dirigiendo mal el país, pero no se ha roto el país», añadió. Algo que sí puede conseguir el PNV, explicó con su utilización de la radio y televisión pública, algo que hace «porque tiene miedo a perder». Por ello, vaticinó que, hasta el 13 de mayo, «se comportarán de la forma más mezquina y cicatera que uno pueda entender».
El secretario general del PP, Javier Arenas, lanzó también críticas contra el PNV. Así, dijo que el día de las elecciones habrá que optar por dos opciones diferentes: un Gobierno del exclusión con PNV-HB y otro de esperanza con Jaime Mayor Oreja como lehendakari. Mientras que el primero simboliza el fracaso de la última legislatura, sería excluyente, diferenciará entre vascos de primera y de segunda y no tendrá como principal objetivo derrotar al terrorismo, un Ejecutivo popular sería todo lo contrario.