Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) se enfrentan hoy en Berlín a la necesidad de llegar un acuerdo sobre la Agenda 2000, que sentará las bases de la Europa del próximo milenio. Todo ello en medio de la crisis institucional más grave de la historia de la UE provocada por la dimisión en bloque de la Comisión Europea. Sin embargo, la prioridad de los Quince es cerrar la negociación de las reformas agrícola, estructural y financiera recogida recogidas en las perspectivas financieras para el periodo 2000-2006.
El presidente del Gobierno español, José María Aznar, reconoció
ayer que el Consejo Europeo extraordinario se presenta
«difícil».
España lo tiene claro: no aceptará bajo ningún concepto un recorte
de los fondos estructurales que afecte a la cohesión europea. El
secretario de Estado de Política Exterior y para la Unión Europea,
Ramón de Miguel, afirmó hoy en la Comisión Mixta para la UE que,
«en ningún caso, aceptaremos que tras el acuerdo agrícola se traten
de realizar ahorros a costa de las políticas estructurales que
afecten discriminatoriamente a los países de la cohesión».
Resaltó que el Gobierno «sabrá ser flexible y constructivo en esa decisiva fase de la negociación, pero se mantendrá firme en la defensa de principios y planteamientos que se consideran irrenunciables».