Esta semana Silvia Núñez vivió una situación insólita cuando fue a visitar a su madre de 95 años, «completamente dependiente», a la residencia Fontsana de Palma, en la que vive. «Cuando llegué el miércoles pasado me la encontré a las 10.00 horas metida en la cama, cuando el desayuno es a las 09.00 horas y las actividades comienzan a las 09.30 horas», critica Silvia. Una situación que su madre ya venía comentándole desde hace un tiempo: «Me decía que la levantaban muy tarde, pero no le daba mucha importancia». Sin embargo, tras lo sucedido esta semana Silvia ha decidido tomar cartas en el asunto.
Por escrito, ha denunciado ante el Institut Mallorquí d’Afers Socials una «posible atención inadecuada» en la residencia. «Me dirijo a ustedes para poner en conocimiento una situación que considero impropia del nivel de atención que debe recibir una persona mayor en un centro residencial autorizado y supervisado por el IMAS», comienza. Según relata, su madre estaba el pasado 9 de julio «en su cama, sin asear y sin haber recibido el desayuno pasadas las 10.00 horas, circunstancia que al parecer es reiterativa, sin que existiera, hasta donde se me ha informado, causa médica que justificara tal retraso ni consentimiento voluntario por parte de la usuaria».
El texto también recoge que «tras trasladar esta preocupación a la dirección del centro» se le indicó que «la situación está dentro del horario, sin aportar explicación clara ni documentación de respaldo». «Considero que esta respuesta no se ajusta al protocolo de funcionamiento público por la propia residencia, ni garantiza los derechos básicos a una atención respetuosa y organizada de los residentes», insiste.
Por ello, «ante la gravedad de los hechos, la falta de profesionalidad y desconocimiento de los protocolos generales por parte del director del centro, solicito al IMAS que valore esta situación, compruebe si los protocolos asistenciales se están aplicando correctamente, y en su caso, realice la inspección o seguimiento que estime oportuno, a fin de proteger los derechos y el bienestar de la persona residente», finaliza.
Según ha confirmado el propio Institut, la queja ha sido recibida. Por su parte, Silvia también expresó su disconformidad por escrito en el propio centro residencial, pero el director «se negó a firmarla» inicialmente, para finalmente hacerlo como «no conforme». En la queja Silvia pide explicaciones por escrito de por qué la situación se considera «aceptable», una copia del plan individualizado de atención (PIA) vigente para su madre y la garantía de que este tipo de situaciones no volverán a repetirse sin justificación médica o consentimiento expreso.
Lo que sucede en las residencia con nuestra gente mayor, no es un problema nuevo y tampoco dejara de serlo, porque siempre ocurre algo en ellas, hay muchos de ellos que ni se denuncian, o simplemente termina en saco roto, y no tenemos que olvidar que son gente mayor a la que se le debe tratar con dignidad y respecto y ante todo son personas humanas, no son ni un numero ni un mueble, y eso no se debería de consentir, da igual si la residencia es publica o privada, y se merecen lo mejor de lo mejor..... Por cierto el otro comentario anterior mi ratón le dio aceptar al comentario y no me dio tiempo a corregirlo bien, por ello pido disculpas, gracias