«Estrés, asfixia, episodios de ansiedad, llorar, hiperventilar; durante estos cinco meses he tenido todo tipo de síntomas por el acoso sufrido. Es como estar en una caja llena de pinchos en la que te están obligando a moverte. Te mueves y te sigues pinchando; porque si no, te echan. La metáfora sería que, o te haces daño todos los días, o mueres», explica con contundencia, a pesar de su juventud, el trabajador que acaba de denunciar a la subcontrata que lleva las operaciones de tierra (handling) de varias compañías aéreas en el aeropuerto de Palma.
R.A presentó durante la tarde de este lunes una denuncia por vulneración de derechos laborales y acoso moral en el trabajo ante la Policía Nacional, además de presentar ante Inspecció de Treball, un minucioso informe en el que trata de demostrar lo ocurrido durante los cinco meses que formó parte de la plantilla de la empresa denunciada. El pasado 3 de julio, el joven solicitó la baja voluntaria mientras, según su testimonio, todavía se medica con Diazepam e intenta recuperar la calma mental.
«Quiero dar voz a todos los que aún no se atreven a hacerlo. Ayer mismo me llamó una compañera llorando. Esa desesperación duele, es el pan de cada día. Y allí te dicen que 'es lo que hay'», explica el joven. En el informe, expone que la empresa incumple varias normativas respecto a los derechos laborales tales como: «Presiones sindicales y coacciones para afiliarse a un sindicato en particular, trato vejatorio y uso de lenguaje ofensivo por parte de superiores, imposición arbitraria de sanciones, además de la falta de actuación ante indicios de acoso laboral y campañas de desprestigio».
Según manifiesta el afectado, durante el mes de abril, a causa de un encontronazo con una compañera al ser sancionados ambos por un cambio de color problemático en el sistema de operaciones; fue criticado públicamente con frases como: «Es un tóxico. No aguanto su presencia. Es un manipulador. Da asco. No entiendo como sigue en la empresa. La caga todo el rato y le echa la culpa a los demás». R.A defiende que, en su caso, realizó el cambio porque sufrió una grave migraña y que al acabar su turno, pidió a su compañera que volviera a ponerlo en orden; según su testimonio, ella no lo hizo y se produjeron diversas incidencias posteriores.
Cuando trató de dar parte a sus superiores, no encontró la respuesta que esperaba y al paso de cada semana «la situación empeoró sin que nadie tomara ninguna medida». El joven enfrentó las críticas, trato de mediar y fue sometido a un «aislamiento» por parte de los compañeros afines a la persona con la que se había enfrentado. «Se convocó una cena para más de 50 personas y fueron invitando mostrador por mostrador a todo el mundo, el mío lo saltaron, haciéndome el vacío. Mucha gente lo vio y no les parecía bien lo que me estaban haciendo», cuenta el afectado.
La salud mental del denunciante llegó a estar tan afectada que una noche, entre las tres y las cuatro de la madrugada, llamó al Teléfono de la Esperanza hasta en cinco ocasiones: «Estaba desesperado, sólo quería hablar con alguien, desahogarme, me empecé a agobiar pensando que nadie me creería, que las pruebas que presentaría no serían convincentes», manifiesta.
Por el momento, la denuncia ha sido presentada aunque no se han establecido aún diligencias policiales. Tampoco por parte de Inspecció, donde el joven habría presentado el informe de lo sucedido. El sindicato al que pertenece el joven, CCOO, estudia cómo enfocar esta nueva denuncia de presunto acoso en el trabajo.
JOSE FRANCISCOViendo tu mensaje no me extraña, vaya coñazo 😂