Vecinos y veraneantes de Sa Ràpita quedaron sorprendidos este jueves al encontrar en la orilla una criatura marina que parecía sacada de una película de ciencia ficción. Con su forma alargada, color negro y movimientos lentos, muchos pensaron al principio que se trataba simplemente de una bolsa de plástico arrastrada por la marea. Sin embargo, se trataba de un animal real: la conocida como liebre de mar.
La liebre de mar es un molusco que se mueve suavemente impulsado por unas expansiones laterales que parecen orejas —de ahí su curioso nombre. Esta especie suele dejarse ver cada verano en las costas de Mallorca, según cuenta el experto Aniol Marilles. Aunque puede encontrarse ocasionalmente en el Mediterráneo, su presencia tan cerca de la orilla siempre llama la atención por su aspecto casi etéreo.
Expertos en biología marina explican que este tipo de avistamientos pueden estar relacionados con cambios de temperatura, corrientes marinas o fenómenos naturales como las floraciones de algas, de las que las liebres de mar se alimentan. A pesar de su apariencia extraña, el animal no representa ningún peligro para los humanos.
Sin duda, los bañistas de Sa Ràpita vivieron un encuentro inesperado con una de las criaturas más enigmáticas del mar balear.
Que el avistamiento de un animal que debería ser tan común como una gaviota nos asombre es un síntoma de la situación insostenible en la que se encuentra nuestro mar mediterráneo. Hace falta protección de la de verdad, la que tiene impacto real. Más reservas marinas, que incluyan también las aguas profundas, libres de pesca, y prohibición de la pesca de arrastre, que destruye todo a su paso, en todas las baleares. Y como pedir es gratis, aunque nuestros políticos no escuchen, que se utilice la recaudación de la ecotasa en limpiar y proteger espacios naturales. Recogida de plásticos, retirada de redes abandonadas, vigilancia de las capturas que llegan a las lonjas, programas de reintroducción de especies, etc Animo a todo el mundo a que haga una inmersión en la isla del Toro, reserva marina desde hace ya muchos años, o en Cabrera, parque nacional, y que lo compare con cualquier otro punto del litoral mallorquín. Verán de primera mano el milagro del efecto reserva. Sin un mediterráneo vivo, las Baleares están muertas