Una muerta muy viva. Una asesora fiscal alemana, identificada como Inna Z., que será juzgada mañana lunes en la Audiencia de Palma, ha cerrado esta semana un pacto y ha reconocido que fingió su muerte en Mallorca y ha admitido un fraude millonario. Así las cosas, la acusada ha devuelto un millón y medio de euros, aunque la acusación llegó a cifrar el fraude en seis millones.
La mujer, de 51 años, se sentará en el banquillo de los acusados junto a su hermana, cuya firma apareció en uno de los documentos falsificados. Pero será un juicio con conformidad, por lo que no se llevará a cabo porque se ha alcanzado un pacto. Los hechos se remontan a 2020, cuando la asesora fiscal fue fichada como delegada de una importante empresa energética alemana con intereses en la Isla.
Durante un tiempo, se apropió de elevadas cantidades de dinero que debían ir destinadas al pago de impuestos y finalmente fue descubierta y la acusaron de administración desleal y fraude millonario.
El 2 de noviembre de aquel año debía comparecer ante el Juzgado de Instrucción número 5 de Palma, en calidad de investigada, pero remitió un correo electrónico firmado por su hermana en el que se explicaba que había fallecido el 3 de marzo en un siniestro de circulación en la ciudad alemana de Rostock, en la costa Norte.
Para confirmar la noticia aportaron un certificado de defunción: «Lamentamos comunicar el triste fallecimiento de nuestra socia fundadora en un accidente de tráfico». Sin embargo, los acreedores, que ya sabían de la capacidad imaginativa de la sospechosa, no se creyeron aquel relato y contrataron los servicios de la agencia de detectives Cabanach, que detectó que Inna seguía activa en alguna redes sociales. O alguien había sustraído sus claves y había suplantado su identidad, o la ‘fallecida’ estaba muy viva.
Los investigadores privados fueron estrechando el cerco y descubrieron que residía en una urbanización de lujo de Santa Ponça. Se había cortado el pelo y se había cambiado el color, para modificar drásticamente su apariencia, pero llevaba una vida a todo tren. Visitaba tiendas de lujo en el Born, en Palma, y conducía un vehículo de alta gama. Además, tenía un coche en la parte de atrás de su casa listo para huir, por si aparecía la policía por la puerta.
Que fue lo que ocurrió cuando la Guardia Civil recibió el informe de Cabanach y abrió una investigación contra la asesora fiscal alemana. En el registro de su casa se intervino documentación falsificada. Fue detenida y días después, cuando compareció ante el juez, defendida por el letrado Pedro Munar, reconoció que estaba pendiente de varios procedimientos tributarios que quería solucionar y que sus padres se encontraban mal de salud en ese momento.
«Estaba claro que me iban a pillar, pero quería algo de tiempo», manifestó ante la magistrada del Juzgado de Instrucción 2 de Palma. Desde entonces, colaboró con las autoridades y mostró su arrepentimiento. La defensa de Anna, la hermana de Inna, la lleva Diego González, y la acusación, Francisco Sales. Esta semana se ha cerrado el acuerdo entre las partes y la asesora fiscal alemana no ingresará en prisión tras confesar su muerte y devolver un millón y medio de euros.
La investigación de los detectives para localizar a Inna se centró en un detalle: la mujer tenía un caniche gigante, un ejemplar poco habitual en Mallorca, y había subido imágenes de él a las redes sociales. Así pues, los investigadores privados comenzaron a rastrear algunas zonas costeras en busca del can, especialmente en Andratx y Calvià, donde sospechaban que ella se escondía.
Finalmente, repararon en un señor que paseaba a un ejemplar de estas características y cuya descripción coincidía plenamente con la del perro de las fotos. Tras seguir discretamente al varón, comprobaron que volvía a una lujosa casa de una urbanización de lujo de Santa Ponça. Días después, vieron salir de ese mismo domicilio a la presunta fallecida, que se iba con una bolsa de deporte al gimnasio. Fue detenida por la Guardia Civil y acabó derrumbándose: «Sí, soy Inna».
MallSi perquè els que realment són rics intenten no "anar de rics" si viuen a Espanyistan per evitar l'extorsió d'hisenda i atreure delinqüents. Els realment rics que tenen molt de patrimoni a Mallorca, de manera molt intel.ligent vesteixen "bavero" i es passegen amb una furgoneta vella. Els que semblen rics són eis endeutats: enclosos. Com que no tenen res, tampoc tenen res a perdre...